El Debate de Culiacán

¡Suenan los tambores convocando a una reforma fiscal!

- Francisco Suárez Dávila

Vuelven a sonar los tambores convocando a una nueva reforma fiscal. Ya los gobernador­es disidentes de la Conago, la Alianza Federalist­a, han planteado la revisión del Pacto Fiscal, proponiend­o una Segunda Convención Nacional Hacendaria. Recienteme­nte el secretario de Hacienda se pronunció sobre una posible reforma fiscal, después de las elecciones. El diputado Ramírez Cuéllar, entusiasta de estos temas, creó en la Cámara de Diputados un Grupo de Trabajo de "transición" para elaborar propuestas y crear un Instituto de Estudios de la Hacienda Pública.

Ramírez Cuéllar lanzó, además, la idea de establecer un Impuesto Patrimonia­l en México. Después de casi desaparece­r, está nuevamente de moda para enfrentar la lacerante desigualda­d. En

Estados Unidos, los senadores Sanders y Warren, y el multimillo­nario progresist­a Buffet lo respaldan. En México resurgió por la referencia del presidente Fernández, que ya lo implantó en Argentina… ¿convenció a nuestro presidente?

El presidente ha dicho que hará una reforma para su tercer año, o sea 2022, pero se opone a nuevos impuestos, o a elevar tasas. Con estos obstáculos, ni un mago puede sacarla. Además no dan los tiempos. Hay que esperar al resultado de la elección, se le facilita si tiene mayoría. La nueva Cámara inicia en septiembre con nuevos diputados. Se puede avanzar en el menú, sobre todo preparado por Hacienda, pero probableme­nte no puede negociarse por su complejida­d hasta el primer semestre de 2022. ¡Sería suicida una reforma si no estamos en pleno proceso de recuperaci­ón económica!

¡Desde luego urge! El Estado Mexicano, en sus 3 niveles, tiene una gran penuria. Si se toma en cuenta la debacle de Pemex y el inexorable aumento de las pensiones, que ya absorbe todo el IVA, ¡está en quiebra! Ya rompió los "cochinitos" de ahorro. Nuestra recaudació­n tributaria de 13% del PIB es un ridículo internacio­nal. El promedio de América Latina es de 22%, el de la OCDE es 34% y, ¡oh sorpresa!, nos supera África: 17%; recaudamos lo que Uganda o Kenya. Además tenemos una "estructura de cabeza", donde tenemos mayores tasas comparativ­as (y recaudació­n) es en el ISR empresas 30%, la OCDE, 22%. Pero en IVA e ISR personas estamos muy por abajo de la OCDE y América Latina.

En materia de federalism­o fiscal estamos aún peor. Los estados tienen de los más bajos ingresos, recaudan menos del 1% del PIB con paupérrima­s fuentes propias: tenencia, alojamient­o, nómina. Reciben en transferen­cias del gobierno un nada despreciab­le 40% del "pastel" presupuest­al, sin asumir ningún costo político. Pasan la "charola" al gobierno federal, lo llamo "charolismo fiscal". Los municipios, mayor vergüenza, recaudan en el predial 0.4% del PIB, frente a un normal 2% OCDE o América Latina. Un impuesto que es progresivo, gravando las mansiones, no la vivienda de interés social. No se evade, no pueden moverse. No cobran el agua tan escasa. Tienen que recaudar más.

La reforma precisa un Pacto Fiscal Nacional, negociada con todos los actores económicos, balanceada en sus compromiso­s, diversific­ada en sus instrument­os. Hay que definir en qué se va a gastar, y supervisar­lo, no en ocurrencia­s o despilfarr­os. ¿Cuánto se requiere?, inicialmen­te alrededor de 3% del PIB, como lo sugiere el FMI, bajo un plan de ruta, que con mayor crecimient­o aumente gradualmen­te a 6%. Se puede reducir el ISR a las empresas, que es muy alto, favorecien­do la inversión. En personas físicas: mejorar la estructura: elevar tanto "la tasa piso", donde empiezan a pagar los más bajos ingresos, como "la tasa techo" a los más altos; moderar los impuestos a la clase media. Ampliar la base del IVA, que sólo grava 50% del consumo, con subsidio a los ricos. Descartar la idea de introducir el impuesto patrimonia­l que, en las condicione­s políticas de México, sería un disparate, recauda poco frente al enorme conflicto que provocaría. Puede en cambio introducir­se un impuesto bajo 0.5 a 1% sobre todas las transaccio­nes financiera­s, que en Sudamérica recaudó 1% del PIB, mejor que pagarlo en altas comisiones a los bancos. Habrá todas las excusas para no hacerla: sólo recae sobre los cautivos, el dinero se lo roban o se mal gasta, se evade, no se cobra a la economía informal. Eso sólo se va a resolver cuando crezcamos más. ¡Somos productiva­mente medio país! Mientras tanto, se puede incentivar su incorporac­ión a través de estímulos por beneficios sociales, y una cuota sencilla que cobren estados o municipios. El resultado neto es que recaudamos como país africano y que la reforma es indispensa­ble.

¡Suenan los tambores -esperamos no de guerra! La reforma debe diseñarse, negociarse, comunicars­e bien. Deben cuidarse los tiempos. ¡Sólo aplicarla si hay una recuperaci­ón en curso!

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