Corrupción: promesa incumplida
CORRUPCIÓN. Combatir, castigar y erradicar la corrupción en México ha sido una de las grandes promesas que ha hecho la mayor parte de los candidatos en México y los dirigentes de partidos políticos; ello es así, porque la corrupción constituye uno de los principales lastres que enfrenta el país. Más del 56 por ciento de los habitantes considera a la corrupción el principal problema del país y de las entidades federativas, por encima incluso de temas como la inseguridad y la economía. En el ranking mundial sobre la percepción de corrupción elaborado por la organización no gubernamental, Transparencia Internacional, México sigue apareciendo como un país reprobado en materia de corrupción. Dinamarca, Finlandia, Suecia, Singapur, Nueva Zelanda y Suiza son los países mejor evaluados, al ser percibidos como los países con menor corrupción en el mundo.
México, de 180 países evaluados, aparece en el lugar 124 de la lista publicada en enero del 2021, con poca variación en los dos años evaluados del Gobierno de López Obrador, ya que de 29 puntos pasó a 31, en una valuación donde cero puntos es muy corrupto y 100 es muy limpio. En América Latina, Uruguay y Chile son los países con menor índice de corrupción; mientras Venezuela, Nicaragua y Honduras son los más reprobados.
A pesar de que AMLO se comprometió a combatir a fondo la corrupción, siguen permeando las prácticas de corrupción afuera y adentro de su Gobierno. En Sinaloa, trabajadores de la Secretaría de Bienestar, en el programa de Servidores de la Nación, han denunciado el tráfico de influencias, los pagos indebidos, el uso políticos de los programas, desvío de recursos y cobros a los beneficiarios a cambio de incluirlos. En específico, señalan al delegado Antonio Aguilar, quien, además de tener un trato despótico con quienes no son sus incondicionales, por lo visto está acumulando gran fortuna al amparo de un programa social que se supone busca beneficiar a las personas más vulnerables. Lo preocupante es que las denuncias las echen en “saco roto” los dirigentes y funcionarios de Morena en la entidad, y que se hagan de la vista gorda, a pesar de que ello desprestigia uno de los principales programas del presidente y echa por la borda principal promesa de campaña: de que barrerían la corrupción de arriba abajo. ¿O no?
SENTIDO CONTRARIO. Pero no sólo las prácticas al interior de ciertas áreas de Gobierno preocupan, también los aliados que han sumado en Morena y el pragmatismo que viene prevaleciendo en las campañas políticas en curso. En aras de ganar, no les preocupa contradecir su compromiso de combatir la corrupción, porque pese a que Rubén Rocha reafirmó como su principal bandera el combatir y erradicar la corrupción en Sinaloa, al hacerlo con “malas compañías”, sus promesas se contradicen con los hechos. Tolerar la corrupción en la UAS y hacerse como que no la ven es muy mala señal, comprometerse a combatir a los corruptos, alzando la mano de Gerardo Vargas y de Melesio Cuen es ir en sentido contrario de lo que se comprometen. ¿O no?
Eso sin mencionar a un séquito de aliados que han sumado, que desdibujan el propósito de transformar el quehacer público y el ejercicio del poder en Sinaloa. ¿O no? Además, permitir desde ahora que a los críticos se les persiga y se les injurie, sólo por alzar la voz y cuestionar las incongruencias de Morena y sus alianzas, es pésima señal. Mi solidaridad total con Ana Luz Ruelas, Arturo Santamaría y Ernesto Hernández.