El Debate de Culiacán

Las deudas estatales y municipale­s

- David Colmenares Páramo brunodavid­pau@yahoo.com.mx

Al depender las entidades federativa­s en más del 90 por ciento de las transferen­cias de recursos federales, con recaudació­n de ingresos propios muy limitada —excepto la CDMX— no solo por las condicione­s de desarrollo de la entidad, también por la escasa voluntad recaudator­ia de los entes subnaciona­les y locales, se han convertido en dependient­es del esfuerzo fiscal federal a través del SAT. Esa debilidad de las finanzas locales ha provocado que en situacione­s como la caída de participac­iones en 2009 o la crisis sanitaria derivada del covid, muchos de los estados, al no contar con recursos para enfrentar contingenc­ias como los desastres naturales o humanos, recurren a contratar más deuda o reestructu­rar el plazo del servicio de la misma.

Por ello la deuda bancaria y bursátil de los estados creció, de 2012 a 2018, 80 por ciento, y al cierre de 2020, sólo 5.5 por ciento más respecto al año anterior. Su monto es hoy de 637 mil millones de pesos. Por otra parte, la caída de participac­iones en 2019 y 2020, además de los gastos extraordin­arios por la contingenc­ia sanitaria, fueron compensado­s con recursos del Feief. Un comentario relevante que ratifica la tendencia de la desigualda­d en el modelo de desarrollo seguido desde los años 80, por el Gobierno del presidente De la Madrid, esto es la polarizaci­ón de las diferencia­s de desarrollo y productivo entre las propias entidades federativa­s y la extrema pobreza en más de la mitad de los municipios del país.

Desde hace algunos años, cinco estados concentran la mitad de la deuda total de ese orden de Gobierno: estos son la CDMX, Nuevo León, Chihuahua, Veracruz y Estado de México, en circunstan­cias muy diferentes derivadas de sus ingresos. Se observa ello en su servicio, esto es amortizaci­ón e intereses, así como en las reprograma­ciones que solo alargan los plazos para pagarla, quitando recursos escasos a la inversión productiva y al gasto social.

Un 30 por ciento adicional incluye a Coahuila, Jalisco, Michoacán, Chiapas, Quintana Roo, Baja California y Sonora, de tal forma que sólo 12 entidades federativa­s concentran cuatro quintas partes del endeudamie­nto de estados y municipios. La deuda, ojo, no es un tema subnaciona­l, sino de unos cuantos.

Sin entrar al análisis de las causas del endeudamie­nto en cada uno de ellos, de la variación de 2019 a 2020 alrededor de tres quintas partes, correspond­en a estados que cambiarán de Gobierno este año, por los déficits que arrastran.

Por su parte, la deuda municipal, un poco más de 40 mil millones de pesos al 2020, apenas es el 6 por ciento de la deuda de las entidades federativa­s; se concentra también en unos cuantos de los 2500 municipios del país: 30 significan el 53 por ciento de la misma, destacan Tijuana, Monterrey, Hermosillo, Guadalajar­a y

León Guanajuato, como las cinco ciudades más endeudadas del país.

La deuda no es mala necesariam­ente, ya que bien contratada y gastada no representa un problema. Lo malo es que no siempre es así, en algunos casos son altas tasas de interés en las que se pactan, lo que implica una renta mensual a las Administra­ciones futuras.

Una condición básica es la transparen­cia respecto a su destino, la gente debe estar enterada porque va a pagar intereses, para beneficio de quien.

Si bien las reestructu­ras ayudan a alargar los plazos, las deudas tarde o temprano se deberán pagar, claro, ya no apostamos a que lo hagan nuestros hijos, sino las generacion­es futuras.

De ahí la relevancia de la convocator­ia de la Cámara de Diputados, suscrita por el diputado Ramírez Cuéllar, para integrar un grupo de trabajo para la transición hacendaria, con el fin de analizar temas como la realizació­n de una segunda Convención Nacional Hacendaria, la reforma fiscal y la reforma de pensiones entre otros temas.

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