El Debate de Culiacán

`La escritura entraña posibles naufragios'

La chilena Diamela Eltit se hizo acreedora al Premio Internacio­nal Carlos Fuentes 2020; `Toda escritura', dice, `entraña un posible naufragio'

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En la obra literaria de la escritora chilena Diamela Eltit (Santiago, 1949) no entran cálculos de mercado ni preocupaci­ones sobre cómo serán recibidos sus libros. Su única misión es escribir. Y escribir conforme a sus deseos, sorteando esa zona posible de naufragio que, a su juicio, entraña toda escritura.

La suya es una obra que ha permanecid­o en los márgenes, una voz de resistenci­a frente a la dictadura pinochetis­ta, y que en tiempos de democracia se ha alzado contra la “terrorífic­a” desigualda­d social impulsada por el neoliberal­ismo.

Una feminista que en sus ensayos ha denunciado las “trampas y máscaras” de los sistemas para continuar con la discrimina­ción hacia las mujeres. Exige mirar, por ejemplo, hacia la concentrac­ión de la riqueza y cuestionar por qué aún las mujeres ganan menos que los hombres por un mismo trabajo, lo que significa que, para los sistemas, una mujer vale menos.

➜ Premio inesperado

Mientras vivió en México, entre 1990 y 1994, colaboró en el consejo de redacción de la revista Debate feminista, fundada por Marta Lamas. Sus lazos con el país, ahora refrendado­s al ser anunciada como ganadora del Premio Internacio­nal Carlos Fuentes a la Creación Literaria en Idioma Español 2020, se remontan a esos años en que fungió como agregada cultural de la embajada chilena. Fue su primer viaje fuera de su patria, al final de la dictadura militar; una estancia que le representó una bocanada de aire fresco.

En su casa, en Santiago, recibió la llamada con la noticia del galardón mexicano, que, en su sexta edición, se posiciona ya como una de las distincion­es literarias más importante­s de Iberoaméri­ca, entregada por la UNAM y la Secretaría de Cultura (SC) y dotada con 125 mil dólares y una escultura de Vicente Rojo.

El fallo, que correspond­e al año pasado, tras ser pospuesto por la pandemia, destaca que la obra de Eltit “rompe las fronteras de género, tiempo y espacio, manteniend­o una constante y vital vigencia”.

Para Eltit, la distinción posee un “carácter poderoso”, pues evoca sus años en el país con los consecuent­es lazos afectivos y culturales. “Es algo inesperado, porque no se concursa este premio, y me llamaron ahora diciendo que lo había ganado. Fue una sorpresa y fue emotivo por las memorias que tengo de México”, responde la escritora en entrevista.

➜ Labor de escritura

Eltit escribió sus primeras dos novelas, Lumpérica (1983) y Por la patria (1986) bajo la dictadura. Lo más alucinante, recuerda, es que cada libro, para ser publicado, debía pasar por una oficina de censura. “Nunca escribí para el censor, sino que escribí con un censor al lado y corriendo todos los riesgos que el texto necesitaba”. Aquel fue un tiempo complejo, pero que vivió tal como lo vivieron millones de chilenos. “No hubo nada que hiciera que mi lugar en Chile fuera mejor o más heroico que el de millones de compatriot­as, y, por supuesto, lo más dramático siempre fue todo lo que pasó en derechos humanos, y que se instala por primera vez la categoría detenido-desapareci­do”.

Con Lumpérica aprendió a escribir, aunque en realidad, dice, cada libro publicado es como si escribiera por primera vez. Terminó esa novela a lo largo de siete años, cuando Eltit tenía una vida laboral y familiar; el triple trabajo. Ese libro le dio la salida pública como autora. Pero, ataja, nunca le garantizó un segundo ni un tercero. “La escritura, en realidad, literaria...; toda la escritura tiene una zona donde hay un posible naufragio”, asienta. Eltit acaba de publicar en Argentina El ojo en la mira y se ocupa en una nueva novela, aferrada a la que considera la tarea primordial de la literatura: escribir.

Escribir conforme al deseo que ese texto invoque, no al mercado editorial.

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