Hablemos sobre el miedo
El temor que hemos vivido en los últimos meses puede llevarse mejor con la ayuda de un profesional
Durante estos 14 meses desde que se nos anunció la necesidad de quedarnos en casa y de insistir en el uso de cubrebocas, después de todo este tiempo leyendo sobre el covid, enterándonos de noticias de personas que se enferman, que se agravan, que fallecen; después de vivir con gran incertidumbre y enfrentarnos a cientos de opiniones, muchas de ellas polarizadas entre sí, generé un miedo grande a vivir la experiencia eventual de hacerme una prueba y salir positiva. Como hemos escuchado también, no es solamente la pandemia de covid la que atravesamos, sino la pandemia del miedo. Y esta ha sido realmente la más preocupante.
Es interesante todo lo que se refiere a las emociones. Todas ellas deberían ser atendidas. Dice un cuento huichol que las emociones son como nuestros hijos: debemos reconocerlas, atenderlas, aceptarlas como son, cuidarlas. El miedo es una emoción básica, lo que significa que es parte de nosotros. Desde que nacemos tenemos esa capacidad de sentir emociones. Y al miedo hay que atenderlo, hacerle caso. Las emociones están al servicio de nuestra vida. Es bueno que nos lleguen, porque nos avisan de algo. El miedo nos avisa que hay que tener cautela.
Los tiempos que vivimos
«No es solamente la pandemia de covid la que atravesamos, sino la pandemia del miedo»
han estado plagados de temores. Mucha gente se ha enfermado de miedo y por el miedo. En mi consulta privada he atendido más que nunca los ataques de ansiedad, de pánico. Los que nos dedicamos a la salud emocional hemos estado orientados a insistir en la importancia del manejo de esta emoción, de generar confianza. Muchos son los recursos que están a la mano para lograrlo, y uno de ellos es la respiración. La respiración nos ayuda a conectarnos con la realidad y no darle rienda suelta a los pensamientos.
Y hace unos días, finalmente una prueba me salió positiva. Y llegó el miedo, y todo el conocimiento estaba ahí, para ser aplicado. Y favorecida con mi sistema inmune, y con todos los recursos a la mano, entre ellos el buen acompañamiento médico, he podido atravesar esa experiencia suficientemente confiada. Eso sí, con cautela y, sobre todo, con responsabilidad. Me da gusto no tener reparos en sentir el miedo, porque solo así puedo entonces tener los cuidados que ayudan.