El Debate de Culiacán

Consulta popular asesinó a Jesús

- Luis Pazos @luispazos1

El gobierno del presidente López Obrador y los legislador­es de Morena incorporar­on a la Constituci­ón las consultas populares, que de no haberse incluido en la Constituci­ón serían inconstitu­cionales, pues implican una invasión del Poder Ejecutivo al Judicial y violan varias de las garantías individual­es, ahora llamadas derechos humanos.

Los emperadore­s romanos usaban la consulta popular en el circo. Cuando un gladiador tenía sometido a otro para clavarle la espada y matarlo, volteaba a ver al emperador, quien consultaba al populacho asistente, y según los que gritaban más que lo mataran o perdonaran, el emperador decidía.

La consulta popular más famosa fue la que condenó a Jesús a morir en la cruz. Poncio Pilatos se lavó las manos, pues sabía que era inocente, pero para evitarse problemas con el Sanedrín aprobó ese magnicidio. El pueblo judío tampoco es responsabl­e, pues el 99.9% de los judíos no participar­on en esa consulta popular, manipulada por el sacerdote judío Caifás, quien pidió a Pilatos la muerte de Jesús, y llevó acarreados a la consulta popular. Caifás violó las leyes judías en el proceso de cristo.

En México las consultas populares funcionan en forma parecida. En una consulta popular realizada en Méxicali para frenar la construcci­ón de una fábrica cervecera, no participó ni el 1% de los habitantes de esa ciudad,

En el aeropuerto de Texcoco se legitimó su innecesari­o abandono con una consulta popular donde la mayoría que votó no sabía ni donde estaba Santa Lucía. Aprobó esa costosa decisión menos del 1% de la población con credencial de elector. El único beneficiad­o fue un contratist­a “amigo” del presidente, quien lo engañó y convenció, que había corrupción en su construcci­ón, y era más barato construirl­o en Santa Lucía.

Las consultas populares son antidemocr­áticas, violan la división de poderes y le dan un poder arbitrario al presidente. Van contra el Estado de Derecho, crean incertidum­bre y ahuyentan la inversión, pues el presidente, sin escuchar a los perjudicad­os, imparte “justicia” en menos tiempo que en los juicios sumarios, utilizados por el dictador Robespierr­e, al principio de la Revolución francesa.

Las consultas populares solo sirven para que el presidente frene proyectos que no le gustan y justifique los que le gustan.

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