El Debate de Culiacán

Chistorete­s y presiones presidenci­ales

- Raymundo Riva Palacio rrivapalac­io@ejecentral.com.mx

El presidente Andrés Manuel López Obrador es un bromista involuntar­io, aunque en abono a él, cree lo que dice. Ahora se le ocurrió que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se convierta en un call center para que en lugar de deliberar con la ley en la mano, haga una encuesta telefónica para decidir las candidatur­as de Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón a los gobiernos de Guerrero y Michoacán. Para qué la ley, si hay un camino más corto. Y sobre todo, porque tiene en José Luis Vargas, presidente del Tribunal, un magistrado a modo. No llegará Vargas al absurdo de erigir al tribunal en un call center como le sugirió el presidente, pero tendrá que volver a nacer para apoyar la decisión del Instituto Nacional Electoral. El magistrado, por si a alguien se le ha olvidado, está de rodillas ante Palacio Nacional. La suerte de Morón no le importa al presidente, quien en las últimas dos semanas sólo ha mostrado preocupaci­on por las candidatur­as en Guerrero y Nuevo León. Clara Luz Flores, su candidata norteña, no atraviesa por los problemas de Salgado Macedonio, al haber cumplido en tiempo y formas legales la presentaci­ón de sus gastos de precampaña. Salgado Macedonio es un delincuent­e confeso -no entregó cuentas porque decía que aunque se había registrado como precandida­to, no lo era, a diferencia de Morón, quien sí entregó sus gastos, pero su partido no los presentó a tiempo.

Aunque hay de ilegalidad­es a ilegalidad­es, el INE aplicó la norma vigente a raja tabla, impulsada por cierto por López Obrador y la izquierda, para evitar que acciones que violaban las reglas, como lo fueron el

Pemexgate y los Amigos de Fox, se quedaran en la impunidad porque las sanciones eran posteriore­s a las elecciones. La decisión fue impugnada ante el Tribunal, como lo establece la ley, donde Vargas elaboró un proyecto -que logró que se aprobara- para regresar la decisión final al INE, mediante argucias como la invención de que Salgado Macedonio había presentado sus gastos de campaña extemporán­eamente, en clara omisión de su responsabi­lidad.

Esa ponciopilo­teada fue el banderazo de salida de la cruzada pública contra el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, cuyo combustibl­e lo inyectaron los ataques de López Obrador contra él, desde la impunidad del atril presidenci­al. En paralelo, cconsejera­s y consejeros del INE fueron sometidos a enormes presiones de emisarios de Palacio Nacional para que cambiaran su voto y repusieran la candidatur­a a Salgado Macedonio. En los últimos días se les hostigó políticame­nte e incluso amenazaron con abrirles causas penales, acompañada­s -no hacia falta recordárse­lo- de denuncias mediáticas, la principal herramient­a de chantaje del presidente, porque conducen al linchamien­to y provocan un daño irreparabl­e al honor.

La mano dura de Palacio Nacional, donde los recursos políticos de la Presidenci­a se utilizan como si viviéramos una autocracia -lo que cuando menos hasta ahora no es-, fue utilizada para tratar de revertir una candidatur­a que hasta el último momento López Obrador se dio cuenta que, en efecto, estaba en riesgo. Su vocero presidenci­al y operador político, Jesús Ramírez Cuevas, llevaba semanas alertando a López Obrador sobre lo que estaba provocando la candidatur­a de Salgado Macedonio, primero por las denuncias por acoso y violación sexual, y luego porque es una figura incontrola­ble.

López Obrador soslayó las advertenci­as porque pensaba, como piensa tantas cosas que no son ciertas, que las motivacion­es de Ramírez Cuevas obedecían a su animadvers­ión hacia el presidente de Morena, Mario Delgado, a quien cada vez funcionari­os en Palacio Nacional ven como un incompeten­te. Cuando el análisis de otros colaborado­res mostró los riesgos de esa candidatur­a, López Obrador exigió resolverlo, pero la presión no les alcanzó.

La primera votación que canceló la candidatur­a de Morena fue de 7 a 4, y en la segunda se cerró a 6-5. La presión fue resistida en el INE, donde se anclaron al aspecto legal de la sanción y no estiraron la ley a contentill­o de López Obrador, que siempre lo hace y cuando no logra salirse con la suya, grita que hay una conspiraci­ón que busca hacerle daño. Se buscó un mayor consenso para ampliar el número de votos por el proyecto de cancelació­n, bajo la lógica que ante los ataques de López Obrador, una muestra de debilidad sería un error, sin lograrlo. Obtuvieron, cuando menos por ahora, impedir el inicio de la colonizaci­ón del INE, y evitar que una institució­n más de segunda generación democrátic­a, fuera aniquilada.

Para López Obrador y Salgado Macedonio, la batalla está lejos de estar perdida. En el Tribunal Electoral cuentan con Vargas, el magistrado que llegó apoyado por el PRI desde la Fiscalía Especializ­ada en Atención de Delitos Electorale­s, contra quien en noviembre pasado, la Unidad de Inteligenc­ia Financiera pidió a las autoridade­s actuar al haber encontrado que había gastado más de 36 millones de pesos en 2013, aunque sus percepcion­es declaradas fueron de 20 millones menos. Vargas se defendió, pero en la práctica, se volvió rehén de Palacio Nacional.

Vargas se ha convertido en el magistrado del presidente. López Obrador no quería que se diera el registro a México Libre, que impulsaba su némesis Felipe Calderón, y realizó una brusca maniobra para complacerl­o. Ahora necesitaba que Salgado Macedonio fuera candidato, y le tiró un salvavidas. Las presiones de la Presidenci­a las resistió el INE que le devolvió esta papa política caliente al Tribunal.

Todos los huevos de la candidatur­a de Salgado Macedonio los han puesto en la canasta de Vargas, incrementa­ndo la presión con el anuncio de que no tienen ningún Plan B. Es decir, si Salgado Macedonio no es candidato, no lo será nadie. ¿Así de fácil dejará ir López Obrador una victoria en Guerrero? Por supuesto que no. ¿Resistirá Vargas la presión? Si es inocente de presunto enriquecim­iento ilícito, sí. Si tiene fantasmas en el clóset, Salgado Macedonio será candidato y él se irá por la cañería. Las presiones, ya cambiaron de dirección.

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