De la tardanza al desdén
Una vez más, la respuesta del presidente López Obrador ante las demandas que legítimamente se le presentan, asoma desdén, tergiversación e irresponsabilidad. Ahora, ocurrió con miles de médicos que frente a Palacio Nacional fueron a pedirle que se les vacunara y no sean discriminados respecto a los que laboran en las instituciones de salud pública.
Se trata de médicos, enfermeras, camilleros y en general personal médico que laboran en los hospitales privados de la Ciudad de México y que aunque no están en lo que se llama la primera línea de atención del covid, es evidente que están expuestos y corren iguales o similares riesgos de quienes atienden a los enfermos de tan terrible enfermedad, a la vez que son foco de contagio a otros.
Pero el presidente, lejos de darles una respuesta positiva, no sólo como lo merecen y tiene derecho, e incluso en términos de una estrategia para contener los contagios, justamente dónde están más acentuados, les dijo que esperaran su turno como si se tratara de un sector más de la población, lo cual es en verdad reprobable y recalca insensibilidad, tozudez, torpeza e incumplimiento de la promesa de que primero se vacunaría a los médicos.
A está negativa, habría que agregar la tardanza que de por si lleva la campaña de vacunación a nivel nacional, pues se nos dijo que en marzo la población de adultos mayores quedaría vacunada en su totalidad y apenas en abril se cumplirá apenas con una primera aplicación de la misma.
También, se anunció que en abril iniciará la vacunación a los maestros, que si bien es plausible implicará una mayor complejidad y omisiones, pues no están incluidos ni los maestros de la UNAM, ni del Politécnico Nacional como tampoco de las universidades públicas y privadas del país, lo que a su vez puede implicar un precedente de demandas y reclamos de que se les integre en esta etapa, al igual que los maestros de primaria o secundaria.
Porqué actúa así López Obrador, se aleja de la realidad y hasta de la aprobación ciudadana, es una pregunta recurrente día a día y que sigue sin una respuesta plausible, lógica y posible de su parte.
A la vez, en el fondo de todos estos incumplimientos, rezagos y omisiones resalta la falta de planeación, el manejo inadecuado de la epidemia desde sus inicios, y desde luego, la insuficiencia del número de vacunas que contrasta con los afanes de lucimiento y triunfalismos imperdonables del responsable de negociarlas y obtenerlas, de Marcelo Ebrard, qué bien podrían tipificarse como una violación o grave incumplimiento en el marco de la Ley general de Responsabilidades de los Servidores Públicos de la Federación, asegurando que desde que llegaron las primeras vacunas que todo estaba ya concertado y se abastecería con oportunidad para que la población quedara debidamente vacunada sin retrasos ni más riesgos para su salud, además de que lo hizo con bombo, platillo y alfombra roja, tanto él como su subsecretaria Marta Delgado, como si se tratara de una fiesta o la recepción de un jefe de Estado para salir en la foto y alimentar grotescamente sus ambiciones frente a las elecciones del 2024, usando una epidemia que debería tenerlos consternados, austeros y sumamente preocupados pues ocupamos el primer lugar en el mundo de muertes de servidores en el ámbito de la salud y el tercero por el número de personas fallecidas. Además, si había vacunas para que ir ahora a China o Rusia, máxime con la tecnología de comunicaciones de que disponen a nivel global.
Yerros que se acumulan sin soluciones expeditas y eficientes para el sector médico, que han pagado como en ningún país del mundo con su vida misma, con un heroísmo y ejemplo a toda prueba, mientras el presidente les dice con un cinismo socarrón y de gravísima negligencia e irresponsabilidad social que se formen en la fila y esperen su turno, soslayando que pueden perderse más vidas mientras llega ese momento de la vacunación que les es vital, urgente e inaplazable.