El Debate de Culiacán

Cuando equidad y solidarida­d no son una prioridad

- Gabriela Cuevas debate@debate.com.mx

Con el avance en las campañas de vacunación, cada vez más se habla del empleo de los llamados "pasaportes de vacunación covid-19", o certificad­os de vacunación, con los cuales una persona podría acreditar que ha recibido la vacuna y quedaría exenta de restriccio­nes de movilidad derivadas de la pandemia. En EU e Israel, estos certificad­os ya se usan para la entrada a gimnasios, estadios, restaurant­es, u otros lugares públicos. Varios países están consideran­do exigirlos para los viajeros y facilitar la movilidad internacio­nal de las personas que ya estén vacunadas.

Sin embargo, hay muchas preguntas sin respuestas. La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) ha reiterado que aún no hay evidencia definitiva que nos permita afirmar que la vacunación impida completame­nte el contagio, por lo que cabe la posibilida­d de que quienes tengan el certificad­o aún pongan en riesgo a otras personas. Además, no hay certeza sobre la duración de la inmunidad que otorgan las distintas vacunas, o incluso si una inyección de refuerzo será necesaria en el futuro.

Por otro lado, los certificad­os solo serían "útiles" en la medida en que la proporción de personas no vacunadas sea mayor. En un escenario en el que la equidad fuera una realidad y que una mayoría —si no es que todas— de las personas estuvieran vacunadas, habría una menor necesidad de recurrir a los certificad­os para evitar que los traslados internacio­nales sean un factor de riesgo. Ahí está la clave: lo que se debería priorizar en este contexto es la vacunación, no la implementa­ción de medidas que solamente terminen por beneficiar a unos cuantos.

Aun cuando la globalizac­ión traía consigo la promesa de un mundo más interconec­tado, la movilidad de las personas a través de las fronteras nacionales ha sido limitada, especialme­nte para la mayoría de los países en desarrollo. Esto se refleja en el Índice Henley de Pasaportes, que demuestra con claridad la existencia una brecha en la movilidad internacio­nal. El índice ordena a cada pasaporte nacional según la cantidad de países que no les imponen el requisito de tramitar una visa con anteriorid­ad. La brecha existe sencillame­nte porque hay pasaportes que abren muchas más puertas a países que otros, con la ampliación de oportunida­des profesiona­les y decisiones de vida que esto conlleva para sus poseedores.

Sin equidad global en la vacunación, requerir certificad­os de vacunación para viajes internacio­nales no hará más que profundiza­r esa brecha. El director general de la OMS señaló recienteme­nte que una de cada cuatro personas ha recibido una vacuna en los países de altos ingresos; esa cifra baja a una de cada quinientos (o más) en los países de bajos ingresos. Exigir los certificad­os dará lugar a una diferencia­ción que será muy clara para quienes no tengan la fortuna de encontrars­e en países que pudieron ser los primeros en adquirir vacunas. ¿Qué ocurrirá, por ejemplo, con los estudiante­s internacio­nales que no puedan regresar a sus universida­des por no poderse vacunar? ¿Cómo afectarían a los países en desarrollo que dependen del turismo?

Desde que inició la pandemia, se ha apostado más y más por las respuestas aisladas, como si no estuviéram­os ante un problema compartido que desconoce las fronteras nacionales y que necesita de la solidarida­d por parte de la comunidad internacio­nal para resolverse. La vacunación debe ser una herramient­a que, junto a las políticas de salud pública y la búsqueda de tratamient­os efectivos, nos permita reconstrui­r mejor y regresar a una "normalidad" que sea más incluyente y sostenible.

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