El Debate de Culiacán

El motivo para celebrar

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u Para saber. Es natural celebrar los grandes acontecimi­entos como un cumpleaños o la independen­cia del país. Pero hay uno que supera a todos, pues concierne a toda la humanidad: la Resurrecci­ón de Jesucristo. Atañe a cada persona porque gracias a ella se han abierto las posibilida­des de resucitar. Es tan grande la fiesta de la Resurrecci­ón que marca todo el tiempo. Cada año celebramos el Domingo de Pascua, que por eso ese día recibe el nombre de “domingo”, que significa, “día del Señor”. Y todos los domingos del año remiten a ese domingo de Resurrecci­ón. Y cada domingo del año, a su vez, ilumina los restantes días de la semana. Antiguamen­te los días de la semana recibían su nombre en relación con el domingo: el lunes era

“feria segunda”, (el domingo era la primera); el martes es la “feria tercera” y así sucesivame­nte. En lengua portuguesa, aún se les llama así. El nombre de “feria” se relaciona con “fiesta”: la fiesta de la Resurrecci­ón de Jesús. Así todo el tiempo se perfuma de esa alegría.

u Para pensar. Para que haya verdadera fiesta, debe tener un motivo verdadero. Platón le atribuía a la fiesta un origen divino. Decía el filósofo Josef Pieper que toda fiesta se refiere a un acto de culto divino. Al celebrar un cumpleaños, por ejemplo, nos alegramos de que esa persona exista y, por tanto, que Dios la haya creado.

u Para vivir. La salvación nos vino a través del misterio pascual: la pasión, muerte y resurrecci­ón del señor, que se hace presente en cada misa. Por eso resulta lógico y natural que sea importante asistir el domingo a la Santa Misa. Así agradecemo­s a Dios la salvación de su hijo.

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