Los problemas que genera la desigualdad
¿Qué tan importante es la desigualdad? ¿Se está haciendo algo? ¿Cómo afectan los altos niveles de desigualdad? Las tres interrogantes tienen matices que las relacionan, pero a la vez son excluyentes. Pero, definitivamente, es uno de los temas más relevantes hoy en día en cualquier sociedad del mundo. La desigualdad afecta a la economía de un país. Desde hace años se concibió la idea de que los beneficios del crecimiento económico llegan a toda la población, por lo tanto, no era necesario enfocarse en los índices de desigualdad, solamente concentrarse en el crecimiento. Bajo esta premisa, las políticas públicas que favorecen a los más privilegiados —subsidio a gasolinas, por ejemplo— son buenas para la economía en su conjunto porque generan más crecimiento, que a su vez disminuye la pobreza. En los hechos, se demuestra que no se puede tener crecimiento económico con altos niveles de desigualdad.
Ostry y Loungani explican en Confronting inequality que los países con alta desigualdad difícilmente pueden mantener un crecimiento sostenido, ya que una sociedad muy estratificada implica que se viven diferencias en educación, salud, acceso a créditos y, por lo tanto, cuando se “inyectan” beneficios en la economía, difícilmente los más pobres pueden acceder a ellos.
Además, los altos niveles de desigualdad disminuyen las oportunidades de movilidad social, de un estrato a otro y, por ende, se reduce el potencial de crecimiento económico. En otras palabras, si el dinero con el que se nace importa más que el talento o capacidades, difícilmente una persona talentosa podrá recibir las oportunidades necesarias para salir adelante o incluso sobresalir, si ni siquiera tiene acceso a la educación básica. ¿Cuántos artistas, científicos, empresarios, líderes de opinión no se han formado por falta de oportunidades? ¿Cuánto valor en su capital humano pierde México cada ciclo escolar, cada año, incluso cada generación? Según Daniel Kahneman, premio Nobel de Economía, el ser humano por naturaleza se preocupa por la desigualdad y constantemente está reflexionando sobre el lugar que ocupa en la escalera social. Si tenemos aversión a la desigualdad, entonces le damos mucho valor a las comparaciones sociales. Lo anterior tiene como resultado: altos niveles de estrés y ansiedad.
¿Cómo nos impactan altos niveles de estrés y ansiedad en nuestra vida diaria? En un primer escenario, se afecta nuestra salud. La acumulación de ambos, aunado a un sistema inmunodeficiente por cualquier razón, pueden llevar a que nuestro ADN envejezca más rápido e incluso, como lo menciona Layte, estamos permanentemente en riesgo de sufrir algún ataque al corazón.
Además, se ha encontrado una relación con toma de decisiones riesgosas y con problemas de autocontrol; lo anterior puede ocasionar serios problemas en sociedades con alta desigualdad: alto índice de embarazo adolescente, suicidios, consumo de drogas, baja autoestima, delincuencia juvenil, entre otros. Estos problemas no son causados solamente por el estado físico de pobreza, sino también por la ansiedad de sentirse pobre o estar comparándose frecuentemente.
Cuando el contexto de alta desigualdad se vuelve una constante y no una excepción, cambia la manera de pensar e instala el “nosotros contra ellos” —del que ya habíamos hablado en la entrega anterior—; es decir, evita la cohesión social: nos obliga a desconfiar de los demás y confiar, a su vez, en personas más “similares” a nosotros. La similitud se busca en términos de ingreso, pero también puede ser en edad, género y hasta tono de piel.
En suma, podemos concluir que las familias vulnerables económicamente se enfrentan a más ansiedad y estrés, lo cual afecta las habilidades que los hijos pueden adquirir. Si adicionalmente el sistema político y social no contrarrestan ni ponen en práctica alguna estrategia que genere condiciones de más y mejor acceso a educación, salud, seguridad, lugares de esparcimiento; ni duda cabe que estará inmerso en un círculo vicioso de perpetuación de la desigualdad y estancamiento social.
¿Cómo podemos cambiar o disminuir la desigualdad? Lo platicamos la próxima semana. De lo anterior, ¿usted qué opina?