El Chorizo, gran anunciador del viejo cine en Dimas
Cuatro pescadores de Dautillos, Navolato, amarraron el chinchorro a su embarcación. Fue grande la cantidad de tiburón atrapado, pero su error les costó la vida. Era el único cine de aquellos tiempos en la población de Dimas, municipio de San
Ignacio, al margen del río Piaxtla, donde un busto que se autoconstruyó Homobono Rosas te da la bienvenida.
Era al aire libre. Su pared era solo la barda blanca que servía de pantalla, pero, eso sí, contaba con zona de luneta y galería; la primera con bancas de madera y la segunda, a aguantar de pie la doble cartelera o buscar un ladrillo en qué sentarse. El propietario se llamaba Pedro Franco y el anunciador y operario
Lorenzo N., el Chorizo, padre de una muchacha de nombre Estrella Matutina del Oriente; utilizaba una bocina diseñada con un balde galvanizado que se escuchaba gangoso, pero tenía mucho ingenio, y vestía a un grupo de jóvenes con el disfraz de los artistas de la película a proyectar.
Los trepaba a un endeble templete de madera y decía: “Mucha acción, mucho balazo, mucho baile, mucha canción”, cuando anunciaba El extra con Cantinflas, película de 1962 donde el gran mimo, Rogaciano, era matón del oeste, jefe indio y bailarín de twist. Los chavales trataban de personificar aquellas escenas de Cantinflas para llamar la atención de los cinéfilos, pero el templete era tan débil, que cuando más emocionados se encontraban con el bailongo, la madera se rompió y, ¡tras!, tremendo ramalazo con chipote y hasta el suelo. ¡Qué golpe tan duro!