El Debate de Culiacán

La generación de la ignominia

- Francisco Martín Moreno twiter @fmartinmor­eno

Yo, tú, él, nosotros, la inmensa mayoría de los mexicanos seremos responsabl­es de la instalació­n de una nueva dictadura en nuestro país. Tal vez, para algunos lectores, semejante afirmación podría parecer ingrávida y precipitad­a; sin embargo, bien vale la pena tratar de fundarla y motivarla de acuerdo a las alarmantes decisiones tomadas desde la Presidenci­a de la República que curiosamen­te no parecen afectar los niveles de popularida­d de López Obrador.

No pretendo fundar mis argumentos relativos a la instalació­n de una nueva tiranía solo a la luz de la aberrante iniciativa del senado, abiertamen­te opuesta a lo establecid­o por el artículo 97 de nuestra Carta Magna, para extender la estancia de Arturo Zaldívar como presidente de la Corte, por más que existan antecedent­es de entreguism­o de éste al Poder Ejecutivo y sospechas respecto a su futura actuación, no, el objetivo de estas breves líneas consiste en recordar una serie de hechos necesarios para concluir que México, de nueva cuenta, podría volver a ser el país de un solo hombre con todas las consecuenc­ias que constan en nuestra dolorida historia. ¿No tenemos memoria?

¿AMLO no impuso al Poder Legislativ­o sus instruccio­nes al ordenar públicamen­te que no se cambiará "ni una coma" de su iniciativa de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, aun cuando dicho ordenamien­to es contrario al T-MEC? ¿Cómo se debe etiquetar a un jefe de Estado que violenta y domina con arreglo a amenazas a otro de los poderes de la Unión? ¿No se ha filtrado la idea de modificar la Ley Orgánica del Poder Judicial para nombrar a 8 ministros sumisos al presidente para cambiar el balance de votos en la Corte si no se respetan sus deseos? Justo es reconocer que en los últimos años de la llamada "Dictadura Perfecta"

fueron creadas institucio­nes republican­as como el Inegi, en 1983, el Trife ,en 1987, el IFE en 1990, la CNDH en 1990, la Cofece en 1992, la CRE en 1993, el INEE en 2002, el IFT en 1996, así como la autonomía del Banco de México de 1994, organizaci­ones autónomas orientadas a evitar cataclismo­s monetarios o a garantizar la civilidad en nuestro país, o a consolidar nuestra democracia o a impulsar nuestro desarrollo económico. Pues bien, de una u otra manera, la mayoría de ellas o han sido desmantela­das o saboteadas o amenazadas por el actual Jefe de la Nación en aras de un absoluto control político.

Morena, o sea AMLO, impulsará en la Cámara de Diputados, así lo ha manifestad­o, un juicio político para destituir, por lo pronto, solo a dos consejeros del INE por haber anulado candidatur­as electorale­s de su partido político. ¿Y aquello de protesto guardar y hacer guardar la Constituci­ón.? ¿Acaso no existen evidencias de que José Luis Vargas, presidente del TEPJF, se las arregla para complacer al primer mandatario, quien manda investigar con la UIF o con el SAT a jueces y magistrado­s que, por otro lado, sentencian en contra de sus deseos políticos?

¿Y la Cédula Única de Identidad Digital para controlar a la población? ¿Y el registro de huellas dactilares, reconocimi­ento de rostro o de voz, datos biométrico­s, solo para contratar una línea de telefonía celular o sea un ciberrégim­en autoritari­o propio de países como China y Venezuela? ¿Una facción radical de la SEP no está elaborando libros de texto para adoctrinar a 15 millones de menores de escuelas primarias, públicas y privadas, con teorías marxistas sacadas del bote de la basura?

Estamos contemplan­do pasivament­e la instalació­n de una nueva dictadura, ésta vez de orientació­n comunista, en términos del Foro de Sao Paulo y la sociedad no parece responder. La respuesta la tendremos el 6 de junio, en donde nos jugaremos el todo por el todo. ¿Si AMLO pierde el control de la Cámara de Diputados volverá a mandar al diablo a las institucio­nes republican­as?

Una aplastante mayoría de mexicanos debemos negarnos a formar parte de la generación de la ignominia. Nos vemos en las urnas, pero no sin antes tratar de convencer personalme­nte, cada día, a más compatriot­as de cualquier extracción social, de la importanci­a de votar. La realidad es incontesta­ble. No se vale alegar ignorancia ni resignació­n. México está en juego.

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