El Debate de Culiacán

Cruz Barreto, de la taspana hasta célebre locutor radial

- Rosario Oropeza

La vida es como la rueda de la fortuna, a veces estamos arriba y la soberbia nos gana, pero cuando bajamos, eso duele mucho.

No nació abajo de una higuera, sino en el pueblo El Huanacaxtl­e, muy cerca de Eldorado, un 3 de mayo de 1937. A falta de sus padres, creció al cuidado de su abuela Irinea Gaspar, una hacendosa mujer de rancho: su nombre, Cruz Manuel Barreto Gaspar.

Barreto, como todos lo conocen en Eldorado, donde vive en su mundo de la radio, era un niño de trabajo, taspanaba los bordes de un canal a la orilla del camino al Camalote cuando de pronto divisó a un señor que venía en bicicleta, y quien montaba una en esa época era alguien importante.

Llamó mucho su atención que del pecho de aquel señor colgaba algo extraño, era una cámara fotográfic­a de la que vivía; era retratista. Lo invitó a Eldorado y muy pronto era un experto de la fotografía.

Le salió el gusto por el micrófono y se metió, como la humedad, a una carpa de cine de húngaros, donde lo contrataro­n como anunciador oficial. Ahí lo escuchó don Martín Larios, por allá en los sesenta, concesiona­rio de la XEEX de Eldorado, y lo formó como locutor. Un día que estaba en cabina, llamados por la curiosidad, llegaron a visitarlo cuatro amigos del Camalote. Uno de ellos tosió fuerte cuando estaba al aire y no le quedó de otra más que decir: “Para esa tos tan feroz, jarabe breacol”. El dueño de la radio lo escuchó: “Qué buen cliente agarraste”… Como era una puntada, Barreto salió regañado y sus amigos pa’ la calle… ¡Qué golpe tan duro!

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