El Debate de Culiacán

No, no’s: o es de nueve o no hay nada

- RINCÓN BEISBOLERO

CAMBIOS.- No se sabe a ciencia cierta qué beisbol es el que estamos viendo hoy en Grandes Ligas, eso que hoy observamos es un deporte cambiado par tal vez, adecuarse a las

José Carlos Campos

supuestas demandas de un mercado

jcampos@elrinconbe­isbolero.com “moderno”, del que se dice rechazar los detalles del pasado, cual si hubiera en ello rechazo a puristas y ortodoxos. Un beisbol en el cual el toque de bola es como un arma del siglo XIX hoy en día, en el que el robo de base es arte colgado de una pared, en cual la estrategia de los managers es solo apunte para el aburrimien­to. Lo de hoy es esperar a que el bateador conecte lejos y sólido o que el pitcher ponche. Esa parece ser la actualidad del beisbol MLB y que tal vez, desafortun­adamente, permee al resto de los países donde se practica este deporte. Tal vez sea por eso que los récords se estén adecuando, que se promueva que no nos fijemos en detalles antes mayores, hoy considerad­os como menores, como lo sería, por citar un ejemplo, que un pitcher lance siete episodios sin hit ni carrera en un juego pactado bajo esa cantidad de entradas. “No vale, no es legal”, dice el nuevo estatuto, lo único es que sean nueve inning, en juego determinad­o para nueva entradas y bajo ese racional es que no ingresa al mermado libro de los récords lo hecho por Madison Bumbgarner el domingo pasado, lanzando para los Diamondbac­ks de Arizona ante los Bravos de Atlanta. El zurdo tejió los siete episodios de que constaba el juego sin permitir imparable, algo que hace mucho no se dudaba en marcarse como sin hit sin poner pegas a que hubiera sido a siete innings.

Pero, ¡lástima!, como Rob Manfred dijo que ya no se vale puyes ya no cuenta. O son nueve entradas o no hay nada. OPCIONES.- Puede ser que a partir de ahora los récords, su enunciado, deban ser cambiados a las acepciones de moda. Que la secta soberbiomé­trica tenga éxito en sus intentona y sea que se agreguen como marcas la velocidad del swing del pelotero, más rectas de 95 millas bateadas, más rengo alcanzado por un fildeador o más pelotas regresadas por un catcher al ayudante de campo por tener no gustarle al pitcher. De varias maneras hay que decir que se trata de un beisbol que raya en lo absurdo, que hace falta aún agregarle que los extrainnin­gs son ya cosa casi prehistóri­ca luego de que hoy es que se acabe pronto gracias a que desde la entrada diez se coloca corredor en segunda y así apuramos el paso.

Esto último no solo ha generado corrientes en contra sino que desnuda la pobreza de ideas para enfrentar la situación y el desdeño a la opción del toque de bola como herramient­a ofensiva. Y es que la consigna soberbiomé­trica es “no toques, regalas un out” parece ya ser verdad inobjetabl­e e irrebatibl­e. Más vale entonces ir cambiando el libro de reglas. Lo de ayer ya no es lo de hoy.

PREVISIBLE.- Apareció en los entrenamie­ntos de la LMB el derecho Roberto Osuna con los Diablos Rojos del México, en anuncio de que la eventual participac­ión en el verano beisbolero mexicano es casi segura.

Se confirma así el regreso del sinaloense a la LMB con el equipo que lo vendió a Estados Unidos, confirmand­o así lo injusto de esa aberración llamada “derechos de retorno” que se explica con el ejemplo de que uno vende un carro, al tiempo lo deja libre el comprador y lo que se vendió DEBE regresar al que lo vendió sin pagar por ello ni un solo peso. Tamaña aberración es parte del legado que dejó a la LMB Roberto Mansur, que de esas perdía pocas, muy pocas.

Porque capaz y sale una oferta a Osuna y ¿nuevamente el vendedor sería Diablos?

Y ya como remate, Osuna es otro jugador con etiqueta de “ex” que llega a México bajo el supuesto de que ganará el tope salarial de diez mil dólares. Porque la austeridad en Diablos no supone que haya algo bajo el agua. ¡No, ni cómo dudarlo!

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