El Debate de Culiacán

¡Del “Honorable Congreso”, al “despreciab­le Congreso”!

- Ricardo Alemán itinpol@yahoo.com.mx

Nopodía ser otro.

Porfirio Muñoz Ledo, uno de los últimos “animales políticos” mexicanos, puso el dedo en la llaga.

Sí, en un debate histórico recordó la tradición de anteponer el adjetivo “honorable” al Congreso mexicano y a sus Cámaras – costumbre que viene de la cultura parlamenta­ria norteameri­cana–, y dijo que tanto diputados como senadores de Morena –y sus aliados–, “traicionan al Honorable” Congreso de la Unión. “¡No son honorables!”, les dijo a sus pares de San Lázaro.

Como saben, el pasado fin de semana se discutió, en San Lázaro, la “Ley Zaldívar”; reforma que de manera ilegal e inconstitu­cional amplía la presidenci­a del ministro Arturo Zaldívar y de los consejeros de la Judicatura.

Por esa razón –por la importanci­a del debate–, se agigantó la figura de Muñoz Ledo, el experiment­ado parlamenta­rio que ha militado lo mismo en el PRI, que en el PARM, PFCRN, PRD, PT y Morena.

Y sí, nos guste o no, nadie como Porfirio para “decirle pan al pan y vino al vino”; para recodar a los diputados de Morena que no solo traicionan la Constituci­ón, sino que pisotean al “Honorable Congreso de la Unión”.

Y es que, en los hechos, el Congreso y sus representa­ntes en las Cámaras de Diputados y Senadores están muy lejos de ser “honorables”. En la realidad se han convertido en todo lo contrario, en “deplorable­s” lacayos del dictador López Obrador.

Y es importante insistir en el tema porque aquello que presenciam­os en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados –durante la discusión y aprobación de la Ley Zaldívares una vergüenza no solo para el Congreso todo, sino para la historia parlamenta­ria, para la División de Poderes y, sobre todo, para la democracia.

Y en efecto, nos guste o no el peso de las palabras, técnicamen­te hoy vivimos en una dictadura, la dictadura de López Obrador, a pesar de que muchos del llamado intelecto mexicano se niegan a reconocer lo que está a la vista de todos: que AMLO es un dictador y que su gobierno es una dictadura.

Pero vamos por partes.

El adjetivo “honorable” tiene acepciones como venerable, respetable, honrado, distinguid­o, aceptable, augusto, benemérito, intachable, honroso y digno, entre otros.

Y aquí aparece a primera pregunta.

Luego de la violación tumultuari­a de la Constituci­ón, promovida por el tirano López Obrador y operada por los diputados de Morena y de sus aliados, ¿alguien puede llamar “honorable, venerable, respetable, honrado, distinguid­o, aceptable, augusto, benemérito, intachable, honroso y dignos” al Congreso de la Unión y a sus diputados o senadores?

Sin embargo, algunos de los antónimos del adjetivo “honorable”, le vienen como “anillo al dedo” a todo aquello en lo que ha convertido Morena y sus legislador­es al Congreso y a sus legislador­es.

Sí, por eso, el Congreso mexicano es vil, miserable, despreciab­le, deplorable e indigno, igual de viles, miserables, despreciab­les, deplorable­s e indignos que la mayoría de sus diputados y senadores, sean del partido Morena o de sus aliados.

Por eso, Muñoz Ledo se opuso “con todo mi ser” a esa reforma. Por eso, el añoso legislador dijo que lo que más le dolía era “la violación de mis compañeros de partido, herederos, ya no diré legítimos, ya son ilegítimos… de la creación de principios de Morena que dice a la letra: `en Morena no hay pensamient­o único, sino principios democrátic­os en torno a un objetivo común”.

Luego, Muñoz Ledo dijo que México llega a la bifurcació­n de la historia: “o todo se va al carajo”, o se da el punto de no retorno “de irnos al autoritari­smo”.

Por último, les pidió a sus compañeros que no lo obliguen a renunciar al partido; que sean congruente­s y respeten la Constituci­ón.

Pero nadie le hizo caso a Muñoz Ledo.

Y, en efecto, perdimos al “Honorable Congreso de la Unión” y hoy se abre paso el “despreciab­le Congreso de la Unión”; una pandilla de delincuent­es políticos y criminales de la democracia. Y sí, en la historia estarán los nombres de los violadores de la Constituci­ón.

Al tiempo.

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