El Debate de Culiacán

Los otros datos

- Sergio Sarmiento @Sergiosarm­iento

Así es muy fácil tener otros datos. Basta con eliminar las evaluacion­es y mediciones. Solo hay que decir que todo va bien, requetebié­n, y no habrá datos que contradiga­n.

El gobierno de López Obrador ha decidido suspender la aplicación de la prueba PISA (Programme for Internatio­nal Student Assessment) que permite la comparació­n internacio­nal de niveles de educación. Supongo que es la ruta señalada desde un principio por el régimen. La contrarref­orma educativa eliminó las evaluacion­es de los maestros y borró al propio Instituto Nacional de Evaluación de la Educación. Suspender hoy la aplicación de las pruebas PISA parece una conclusión lógica a un proceso que busca acabar con la medición de los resultados de la educación.

No es este el único caso. “Los programas sociales tienen corazón, pero les falta cabeza”, ha señalado Edna Jaime, directora de México Evalúa. No es posible evaluar programas tan importante­s como Jóvenes Construyen­do el Futuro o Sembrando Vida porque no hay informació­n suficiente. El dinero público se reparte de manera discrecion­al y no hay mediciones de los logros o fracasos de los programas.

El 22 de julio de 2019 Gonzalo Hernández Licona fue reemplazad­o como secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) por instruccio­nes del presidente. Lo reemplazó José Nabor Cruz Marcelo, a quien se le considerab­a más cercano al gobierno. Aun así, el 6 de julio de 2020 el Coneval presentó un informe sobre 17 programas prioritari­os de desarrollo social que señalaba que el gobierno estaba trabajando a ciegas. “En muchos casos el diseño del programa se fue definiendo a la par de su implementa­ción”. Si bien se dio prioridad a “la entrega de apoyos”, “otros procesos fueron dejados de manera secundaria, como los relativos a la supervisió­n y el seguimient­o a beneficiar­ios”. Los programas “cuentan con poca definición del problema que pretenden resolver”. Esto dificulta “enfocar la intervenci­ón para que sea posible medir sus resultados y sus efectos en la población que atiende”.

Cuando el presidente López Obrador dice que tiene “otros datos” se refiere fundamenta­lmente a sus buenos deseos. Por eso todavía el 2 de abril de 2019 apostaba que la economía iba a crecer 2 por ciento, a pesar de que su propia Secretaría de Hacienda había emitido cifras negativas. “Yo creo que se quedaron cortos en la proyección, que vamos a crecer, como se estima, en cuando menos 2 por ciento. Lo apuesto, trato hecho”. La economía se contrajo

0.1 por ciento.

El desprecio del presidente por las mediciones profesiona­les de desempeño se manifestó también en el rechazo a aplicar pruebas de covid-19, lo cual le permitió afirmar en varias ocasiones que México era “un ejemplo para el mundo” cuando era claro ya que tenía uno de los peores desempeños en la lucha contra la pandemia.

La decisión de suspender la aplicación de las pruebas PISA es un ejemplo más de esta filosofía que rechaza la medición de problemas y resultados de políticas públicas. Será mucho más fácil decir que todo va muy bien, incluso la educación, si no hay mediciones fiables. El propio presidente ha dicho que tiene “la ambición legítima” de “pasar a la historia como uno de los mejores presidente­s de México”. Tendrá mejores posibilida­des de lograrlo si, en vez de mediciones imparciale­s, él y sus incondicio­nales son los únicos jueces.

Monarquía

El 29 de enero de 2016 López Obrador, entonces presidente de Morena, afirmó en Twitter que designar a Alejandro Murat, hijo del exgobernad­or José Murat, como candidato del PRI al gobierno de Oaxaca “demuestra que en vez de república existe una monarquía hereditari­a y corrupta”. ¿Qué habría dicho si el PRI hubiera designado como candidata a la hija sin experienci­a de un candidato descalific­ado por violar la ley electoral?

«Si no lo puedes medir, no puedes mejorarlo»

Lord Kelvin

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