El robo de elotes: vaya costumbre y cuántos chascos
Candidatas y candidatos andan en campaña por diferentes partidos. Te prometen, te acarician y casi te besan; espérate a que ganen, no te van a conocer.
Estamos en temporada de maíz. El estado matizado de mazorcas, cultivo que predomina en nuestras tierras y cuya cosecha ya casi inicia; la elotiza está a punto de caducar.
Unas semanas atrás, el elote estaba tierno y, propios y extraños, invadían las parcelas para cortar cuantos podían y cocinarlos cocidos, asados o en tamales.
Recuerdo que nuestro padre nos invitaba a la elotiza en su parcela. Llegábamos y estaban en jilote y, entonces, decía: “vamos a cortar de los de enseguida, esos están en su punto” y ¡zas!, una tronata. A la semana siguiente repetíamos la dosis, pero ya estaban en mazorca, entonces a “vacunar” al compadre Ramón. Siempre los elotes ajenos son los más buenos. Hace dos semanas que Agustín, un agricultor de El
Molino, Sataya, sorprendió en su predio a un robaelotes que había llenado un costal. Ya iba por el segundo, cuando le llamó la atención le respondió: “No te fijes, hombre, nomás son para un cocido”.
“Híjuela, si los quisieras pa’ hacer tamales, acabas con la parcela”.
Y otro chasco se llevaron Jacinto y su compadre Toño: llegaron en una carreta jalada con una mula a robar elotes en una parcela y se toparon con otros dos.
–“Nos dejan cortar unos elotitos de su tierra?”, le preguntaron. –“Agarren los que quieran”, respondió uno de ellos, –“nosotros también andamos robando, la siembra no es de nosotros”… ¡qué golpe tan duro!