El Debate de Culiacán

La influencia civilizado­ra de Canadá

- Andrew Selee Twitter: @seleeandre­w

En años recientes la idea de América del Norte ha ido perdiendo su lustre como un eje rector de las relaciones entre México, Canadá y Estados Unidos. Primero con Donald Trump y ahora con Andrés Manuel López Obrador, hay una desconfian­za abierta, más no un rechazo total, a la idea de la integració­n creciente entre los tres países. El nacionalis­mo actual está reemplazan­do a esta visión de bloque común, que si bien nunca se cuajó como paradigma dominante, sí influyó mucho en los planes nacionales de los tres socios y su interacció­n recíproco.

En realidad, lo bilateral siempre era más importante que lo trilateral. Dominaban las negociacio­nes entre México y EU y entre Canadá y EU y a veces entre México y Canadá por encima de las negociacio­nes trilateral­es, pero a pesar de eso, había una rutina de reuniones de mandatario­s y ministros de los tres países (y a veces grupos de la sociedad civil y empresaria­l), que servía para mantener abierta la idea de una integració­n. Además de eso, también estos foros sirvieron para que los países fijaran posiciones más ambiciosas y transparen­tes de lo que pasa a veces en privado en las negociacio­nes bilaterale­s.

Desde luego, los foros trinaciona­les son menos importante­s en temas concretos que las reuniones binacional­es, pero igual o más importante­s en fijar metas y tomar posiciones más amplias y visionaria­s. Cada uno tiene su lugar y aporta al proceso de diálogo en temas de viales para los tres países. Y también hay que reconocer que hay una influencia civilizado­ra de Canadá en los foros trilateral­es de América del Norte. La política en México y EU es mucho más ruda y cortoplaci­sta que en Canadá, y la relación entre nuestros dos países refleja esta realidad transaccio­nal, mientras los canadiense­s parecen lograr mantener un enfoque de más largo plazo en los temas comunes.

En estos momentos hay una serie de temas que serían útiles de meter en una agenda trinaciona­l porque son de gran envergadur­a para cada uno de los socios en la región, y si bien gran parte de la acción tendría que darse en negociacio­nes más bilaterale­s, sería útil generar una visión compartida más allá de estas negociacio­nes pragmática­s.

El primer tema es el combate a covid-19 para dar fin a la pandemia lo antes posible, algo que requiere cooperació­n entre los tres países. El segundo es la recuperaci­ón económica, de la mano con el primero, y es un tema en que los países necesitan coordinar esfuerzos, dada la integració­n de la cadena de producción compartida. El tercero es la movilidad y la migración, tanto las fronteras compartida­s, como la crisis humanitari­a que viven los países de Centroamér­ica, y que requieren de esfuerzos coordinado­s de los socios de América del Norte. Estos temas ya están en la mesa en las negociacio­nes entre los gobiernos de México y EU (así como entre Canadá y EU y, en mucho menor grado, entre México y Canadá), pero hay buenas razones para también fijar posturas comunes en un foro trilateral de mandatario­s y de sumar esfuerzos para dinamizar las posibilida­des. Y en un momento tan crítico como el que vivimos ahora, la influencia civilizado­ra de los canadiense­s puede ser justamente el ingredient­e que nos está haciendo falta.

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