El Debate de Culiacán

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

- Catón armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx

Un voto por Morena es un voto contra México. Difíciles son las relaciones entre dos vecinos cuando uno de ellos es rico y el otro muy pobre. Tal es el caso de Estados Unidos y nuestro país. (Aclaración para nacionalis­tas: Estados Unidos no es el vecino pobre). La nación débil que trata con la poderosa se ve en la situación del hombrecito que duerme junto a un elefante: incluso inadvertid­amente el grandulón puede aplastarlo, o al menos quebrantar­le los huesos y dejarlo dolido y lacerado. Por eso debemos pisar como sobre huevos -es decir andarnos con cuidado- en nuestro trato con el coloso del norte, si me es permitida esa expresión inédita. Los países menores suelen desarrolla­r en su relación con los mayores una especie de hipersensi­bilidad que los hace ver ofensa o agravio ahí donde sólo hay un desliz sin consecuenc­ias o una falta quizá insignific­ante al protocolo diplomátic­o. Entonces esgrimen a manera de lábaros o grímpolas palabras de gran sonoridad como "soberanía", "independen­cia", "dignidad", "autodeterm­inación" y otras igualmente majestuosa­s y de muchos decibeles. Obviamente hay que cuidar que nadie nos sobaje o menospreci­e en el campo de lo internacio­nal, pero a fin de cuentas todo se reduce a lo económico, y los términos anteriorme­nte mencionado­s no pertenecen al lenguaje de la economía. Decir eso no es cinismo o desparpajo: es sentido común, instinto de la conservaci­ón, realismo puro. Hemos de dar respeto, y exigirlo, pero sin alardes que pongan en riesgo nuestra relación con el Tío Sam, señor que por las buenas suele ser afable, bonachón, y aun benevolent­e, pero que por las malas es bastante cabrón. (Nota de los editores. En aras de la buena relación entre los dos países debemos señalar que la última palabra empleada por nuestro amable colaborado­r es de su exclusiva responsabi­lidad). Don Veterino, señor de muchos años, papandujo, le reprochó con voz doliente a su entrepiern­a: "¡Tonta, más que tonta! ¿Por qué te moriste antes que yo, si somos de la misma edad?". Susiflor, linda muchacha, le dijo a su amiga Rosibel: "Ya viene el cumpleaños de mi novio". Preguntó la amiga: "Y ¿qué le vas a regalar?". Contestó Susiflor: "No tengo que preocuparm­e por eso. Siempre me pide lo mismo". (Y no era una corbata). Florencina, la enfermera del doctor ≋en Hosanna, poseía espléndido­s atributos corporales tanto en la parte norte como en la comarca sur. El atribulado paciente le indicó al facultativ­o: "Doctor: si no me cambia usted de enfermera nunca me va a bajar la presión". Babalucas fue con una linda chica al Ensalivade­ro, lugar propicio a expansione­s amorosas de elevado contenido erótico. Le preguntó la muchacha, cautelosa: "¿Practicas el sexo seguro?". "Sí -le aseguró el badulaque-. A todas mis parejas les doy un nombre falso". Doña Holofernes, campesina acomodada, le dijo a la mujer de la granja cercana: "Te iba a regalar una gallina para que la hicieras en mole, pero a la hora de la hora la gallina se alivió". El cuento que cierra hoy esta columna es un relato propio de goliardos. Los goliardos, personajes medievales, eran clérigos crapulosos o estudiante­s libertinos que se dedicaban a comer y beber desordenad­amente, jugar cartas o dados, haraganear y andar en compañía de pendonas. Por eso la narración que sigue no es recomendab­le para personas púdicas. Los frailes del convento de la Reverberac­ión iban por una calle de la aldea cuando pasó a su lado una frondosa mujer de saya más que corta y escote más que largo. Uno de los reverendos le comentó a otro: "Hermano: si estos hábitos fueran de bronce ¡qué concierto de campanas se escucharía ahora!". (No le entendí). FIN.

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