La credibilidad del INE, en riesgo por culpa de sus propios consejeros
Después de tantos años de esfuerzo por alcanzar una democracia electoral en nuestro país, es innegable que aún subsisten ciertas prácticas y vicios a las que los gobernantes recurren para tratar de imponer o inducir su voluntad en los comicios. Afortunadamente, dichos escenarios se han tornado cada vez más complicados, debido básicamente a la autonomía que han adquirido los órganos electorales y en parte también por el debilitamiento de aquel corporativismo político al que por tantos años se recurrió para movilizar masivamente el sufragio. Sin embargo, y como siempre sucede, las ambiciones humanas vuelven a poner en riesgo lo ganado y en casos como este arrastran consigo todo el prestigio de una institución como el INE (Instituto Nacional Electoral), el cual tanto esfuerzo y hasta vidas ha costado. Y es que cuando todo hacía suponer que este organismo se convertiría actualmente en el mejor contrapeso a los excesos y tentaciones del actual Gobierno federal, sobre todo después de que los partidos de oposición han sido totalmente desarticulados, de lo que estamos más bien siendo testigos, desafortunadamente, es de cómo la voracidad de los actuales consejeros la ha servido la mesa al presidente para desacreditarlos mediáticamente y poner en entredicho el papel de esa institución. Y es que siendo el INE (antes IFE) una institución nacida del descontento social y la impugnación que generó aquella controvertida elección presidencial de 1988, y la cual hemos visto evolucionar y perfeccionarse hasta llegar en su momento a ser incluso reconocida a nivel internacional; es realmente lamentable que hoy sus consejeros, que se supone poseen habilidades de comunicación y análisis para construir acuerdos, estén basando la defensa de su trascendencia en términos estrictamente monetarios. Esto le ha dado al Gobierno federal las armas suficientes para minar su credibilidad social y acotar su influencia a una democracia estrictamente procesal, es decir, como un simple organizador logístico de comicios que bien puede ser relevado.
La defensa del INE adoptada por su consejero presidente ha sido muy limitada y a los ojos de la sociedad, lo que ha quedado en evidencia es que sus consejeros no poseen ninguna autoridad moral para exigir más recursos, ya sea para gastos regulares o para actividades extraordinarias como sacar adelante la anunciada revocación de mandato a celebrarse este año. El manejo globalizado de los recursos que se requieren para instalar las 161 mil casillas, los cuales después de un “ajuste” han quedado finalmente en poco más de 3 mil
300 millones de pesos, ha sido a todas luces una pésima estrategia. Con esta danza de millones pero sin especificaciones pormenorizadas ni argumentos convincentes, el elector no alcanza ni alcanzará nunca a dimensionar la magnitud de lo que implica la labor del INE o el poner en práctica un proceso de consulta masiva como la dichosa revocación de mandato. En cambio, lo que sí han logrado percibir los ciudadanos, aunque las cifras sean incomparables, son los excesivos gastos que tienen los consejeros electorales que se despachan sueldos estratosféricos (casi 240 mil pesos mensuales) y lujos ofensivos como la erogación de casi 100 millones pesos en servicios de lavandería, limpieza e higiene.
Así pues, en esta confrontación que existe entre los consejeros del INE y el presidente, es este último quien les va ganado la batalla, ya que todo se está dirimiendo mediáticamente, un terreno en el que AMLO les lleva ventaja y en el que los ha mantenido entretenidos sin darles tiempo de reorientar su estrategia y buscar sinergias o alianzas que les ayuden a socializar su postura (demandas). Esperemos por el bien de nuestro país que el INE logre salir avante tanto de las pretensiones políticas del presidente, como de las ambiciones personales de sus mismos consejeros. Después de todo, el INE es un árbitro que no debe tomar partido en el terreno político.
“El INE es una autoridad imparcial e independiente de los partidos políticos, candidaturas y gobernantes. Defender el derecho de cada ciudadana y ciudadano a votar en libertar en elecciones libres y periódicas es su principal responsabilidad”, declaración de reconocimiento emitida por la Aceeeo (Asociación de Autoridades Electorales de Europa), en mayo del 2021.
DEVOLVERLE SU ESENCIA ACADÉMICA A LA UADEO. Con casi cuatro décadas de haberse creado como una opción académica para miles de jóvenes sinaloenses, la ahora Universidad Autónoma de Occidente (antes U de O), ha entrado en un proceso obligado de transformación que exigen no solo su planta docente y administrativa, sino también la demanda actual de profesionistas focalizados en áreas de mayor crecimiento. Esta visión conlleva alcanzar estándares de excelencia para la formación de sus egresados, para lo cual es indispensable proveerles durante su formación de las herramientas básicas necesarias. Digo esto porque para muchos de quienes egresamos de esta casa de estudios, es una pena atestiguar que aún persisten muchas de las limitaciones a las que en su momento nos enfrentamos como estudiantes, no solo en el plano curricular, sino también y muy marcadamente en el terreno del aprendizaje práctico (laboratorios). Y es que en los últimos años, la UADEO fue vista como una agencia de colocación política para funcionarios que no tenían ni el perfil ni la vocación para asumir tal responsabilidad. En estos momentos, son muchas las denuncias que pesan sobre la actual administración de la UADEO, las que deben ser aclaradas a la sociedad o, en su defecto, dar paso a una nueva era que le devuelva su esencia estrictamente académica y la aleje de las grillas y la politiquería. Hay de hecho materia prima de calidad de la cual se puede echar mano para buscar la transformación de esta universidad, ahí están por ejemplo figuras de probada trayectoria académica y con experiencia como el
Dr. Ezequiel Avilés Ochoa, quien ya ha fungido incluso como vicerrector dentro de la misma y quien lleva a cuestas una labor docente por más de 23 años, lo que le ha permitido ser parte del SIN (Sistema Nacional de Investigadores) e impulsor de diversos estudios de postgrado (doctorados).