El Debate de Culiacán

De política y cosas peores Catón

- armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx

Dos grandes amigos tabasqueño­s tuve, y otro al que nunca conocí y sin embargo visito con frecuencia. El primero fue Carlos Madrazo. Un grupo de cercanos partidario­s suyos -había salido ya del PRI- nos reuníamos con él en Monterrey. Gustaba de ir a Chipinque, precioso sitio en las montañas a las que Othón dio el calificati­vo de “épicas”. Ahí se trataban cosas de política, naturalmen­te, pero después de un par de whiskies don Carlos hacía a un lado el tema y hablaba de poesía. Recitaba algunos poemas, bellamente por cierto, entre los cuales recuerdo el muy famoso de José Juan Tablada: “Mujeres que pasáis por la Quinta Avenida, / tan cerca de mis ojos, tan lejos de mi vida.”. Me parece estarlo oyendo. No doy oídos a muchas cosas de hoy, pero sigo escuchando queridas voces del ayer. Otro amigo tabasqueño por quien sentí afecto y admiración fue don Alfonso Taracena. Coincidí con él en las páginas editoriale­s de “El Universal”.

Cuando nos encontrába­mos en el periódico solíamos ir a un café de chinos, por Bucareli, a saborear el riquísimo pan dulce y el café con leche en vaso que sólo en los cafés de chinos se puede disfrutar. (Claro, exceptúo el de La Parroquia, de los señores Fernández, en Veracruz, pero ése es otro yantar). Don Alfonso, con su eterno paraguas colgado del brazo, evocaba siempre su solar nativo. Me decía: “En Villahermo­sa tenemos meses de 40 grados. Y luego empieza el calor”. Leyó un libro mío sobre Madero y escribió: “Catón es el más acendrado maderista que hay en la tierra de Madero”. Ahora bien: ¿quién es el amigo tabasqueño al que nunca conocí y al que visito con frecuencia? Es don Francisco J. Santamaría, autor de un

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