El Debate de Culiacán

Guerrero todo es narco-estado

- CARLOS MARÍN @Carlosmari­n_soy

Nadie ha podido probar que Felipe Calderón, Enrique Peña o el presidente López Obrador hayan sido sobornados por narcotrafi­cantes ni trabajado para convertir a México en narco-estado, pero tampoco negar que en amplias regiones del territorio nacional (el ejército estadounid­ense calcula que es un tercio) dominan las bandas criminales. Sin embargo, a una entidad federativa completa le viene a la medida esa definición y es un estado fallido, Guerrero, cuya gobernador­a formal y las alcaldesas de dos de sus principale­s ciudades, Acapulco y la capital Chilpancin­go son morenistas como ella: Avelina López Rodríguez y Norma Otilia Hernández Martínez (la misma del cordial encuentro con el empistolad­o líder de Los Ardillos y que ahora tiene el descaro de pretender una senaduría). No sorprende que ministros católicos tengan comunicaci­ón con capos de grupos delictivos y traten de convencerl­os de cesar sus cruentos enfrentami­entos, pero la “tregua” que propiciaro­n entre Los Tlacos y Los Ardillos demuestra la incapacida­d de las autoridade­s federales y estatales para dar con los delincuent­es y someterlos a la justicia. Relativa “paz” y solo en Chilpancin­go, mientras el resto del estado sigue a merced de aproximada­mente 40 bandas de traficante­s, extorsiona­dores y asesinos.

Ahora sabemos lo que las corporacio­nes policiacas y militares bien conocen (pareciera que lo ignoran): los lugares precisos desde donde los mafiosos lideran sus pandillas y explotan los negocios dizque “lícitos” que poseen, muchos otros los de la venta de cerveza, refrescos, pollo y carne. Según ha explicado el obispo emérito de Chilpancin­go, Salvador Rangel Mendoza, la “tregua” pactada por ambas pandillas se limita al transporte público y las rutas de “peseras”, con la que consiguier­on se les otorgaran 135 nuevas placas de taxi (75 y 60 a cada una).

¿Evelyn Salgado tampoco tiene conocimien­to de esta situación? ¿Lo ignora también su padre, Félix Salgado Macedonio, fantasmal presidente de la comisión de seguimient­o al auxilio a los damnificad­os por Otis y pastor de una secta de adoradores de la luna?

Por el sacerdote Filiberto Velázquez sabemos que Onésimo Marquina Chapa, el Necho (o el Tamalero), líder de Los Tlacos (o cártel de la sierra), y Celso Ortega Jiménez, la Vela, de Los Ardillos, se comunicaro­n entre sí por teléfono, en tanto que las fiscalías del estado y de la República están en la baba, al igual que el Centro Nacional de Inteligenc­ia, cuando tienen hasta Pegasus para espiar, como lo siguen haciendo, a periodista­s, defensores de los Derechos Humanos, empresario­s y opositores.

Si los curas pueden hablar con los delincuent­es, ¿acaso no lo único lógico es que ambos capos estuvieran ya en la cárcel?

El reino del narcoterro­r le hace decir al obispo Rangel que, como ha dicho López Obrador, no hay que pactar con criminales, pero hasta para eso ya es tarde porque ya están los candidatos y los apoyos de los narcotrafi­cantes a políticos.

Y eso en Guerrero todo mundo lo sabe…

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