El marasmo de Culiacán
No hay razón aparente para que las calles de Culiacán luzcan cada vez más plagadas de basura, polvo y descuido. No siempre ha sido así. Hace 10 años, expertos en urbanismo que nos visitaron se sorprendieron gratamente del aspecto del Centro. En un recorrido por el área circundante del mercado Garmendia, los directores de transporte público de Toronto y Montreal, así como el Director del Instituto de Transporte de la UCLA, y otro académico de Atlanta, comentaron lo limpio que se veía el centro histórico, en comparación con el de otras ciudades.
Estamos hoy ante un abandono en el mantenimiento urbano, que en otros tiempos era más eficiente. La ciudad irradiaba optimismo social, pero hoy cede paso a un rutinarismo y pasividad preocupante. también los ciudadanos estamos de brazos caídos. No se trata únicamente de negligencia del gobierno municipal, sino de la misma gente que descuida sus banquetas, fachadas, pasillos, andadores, sitios de recreación.
La Perla del Humaya, otrora urbia progresista cede liderazgo ante la Perla del Pacífico, pues el puerto de Mazatlán en las últimas dos décadas se ha convertido en el principal centro del desarrollo regional de Sinaloa. Incluso los censos económicos y las encuestas de INEGI muestran que la economía de la capital precariza su mercado laboral y muchas de sus fortalezas productivas se relocalizan.
Detrás de esto hay densas realidades que es necesario entender. No es casualidad que fuéramos escenario de guerras con los Culiacanazos de 2019 y 2023, ni el multitudinario secuestro de familias de ayer, que nos conmocionan. Tampoco que nos hayamos convertido en un territorio poblado de punteros, y que los grupos delincuenciales incursionen en las actividades lícitas por medio de la extorsión sofisticada. Han avanzado en sus métodos de extracción de dinero, que hasta facturan el cobro de piso. El sistema de partidos está quebrado y la clase política tradicional y emergente, con sus prácticas indecorosas ratifican que somos una tierra de pícaros, que logran salirse con la suya, cambiando de afiliaciones, credos y convicciones con tal de sacar ventajas. Tenemos a varios sujetos con perfiles impresentables que aparecen como candidatos. ¿Qué hace un Químico Benítez, un Estrada Ferreiro, un Cuen en las listas de candidatos?
Las instituciones se marchitan. Contamos con una de las legislaturas estatales más mediocres de que se tenga memoria, con bajísimo nivel de discusión y trabajo legislativo. Los propios diarios tradicionales, que conservan un periodismo profesional muy valioso para la vida comunitaria, pierden penetración por la irrupción de información basura en las redes sociales.
Pero lo más alarmante quizás sea que las universidades públicas, la UAS y la UADEO sean ejemplo de desprecio de la ley, corrupción, autoritarismo, carcomiendo con ello las bases de la civilidad, porque nuestros jóvenes y la sociedad en general se acostumbran a que la trácala, la mentira y el abuso sean el modus operandi para tener éxito. Nos preguntamos por qué si se reformó la ley orgánica de la UADEO no se convocó de nuevo a elecciones como reclama la mayoría de esa comunidad, para que el impuesto rector Pedro Flores se someta al escrutinio de las bases. Los diputados optaron por alargarle la mecha a la descomposición que se vive al interior.
La cereza del pastel de todo este mundo bizarro son los funcionarios que nos gobiernan a nivel estatal y municipal, con bajísimos perfiles, pobres desempeños, donde los buenos servidores son la excepción.
Todas estas contrahechuras son el trasfondo del abandono de Culiacán. Algo tendremos que hacer entre todos.
Hacemos votos porque las familias secuestradas puedan recuperar la libertad.