Diagnóstico y propuestas para la agricultura comercial
Estamos en pleno proceso de las campañas para la sucesión presidencial, nueve gubernaturas y la renovación de la Cámara de Diputados y Senadores, por lo que es la oportunidad de presentar el diagnóstico y las propuestas que la CAADES ha preparado en torno a la agricultura comercial. Fortalecer lo que está funcionando y hacer los cambios sobre los programas que lo requieren. El diagnóstico preparado por CAADES considera las variables fundamentales que están determinando los resultados sobre nuestro sector agrícola. Se considera un análisis del cambio climático, el comportamiento de los mercados nacionales e internacionales, los costos de producción y el tipo de cambio y las políticas públicas aplicadas en este gobierno federal.
Debemos reconocer que México ha tenido avances importantes en los últimos años en su productividad y competitividad, logrando que seamos el noveno lugar productor de alimentos en el mundo y el número siete en exportaciones; en el caso de Sinaloa somos el principal productor de hortalizas y de granos, particularmente de maíz.
El país enfrenta actualmente condiciones de sequía en el 65.5 por ciento del territorio nacional de acuerdo con la CONAGUA y en Sinaloa el principal problema del ciclo actual es la disponibilidad del vital líquido, ya que actualmente contamos con sólo el 15.6 por ciento de disponibilidad en las presas, lo que determina en gran medida los niveles de producción y la dependencia de las importaciones sobre todo de granos.
En lo que se refiere a los mercados internacionales de los granos, entramos en un periodo de precios bajos con altos costos de producción, que después de la crisis por covid19 y el conflicto bélico Rusia-ucrania, no se han reducido en la proporción y con la velocidad con la que se han bajado los precios.
Estamos compitiendo en una economía abierta con el TMEC, no sólo con el resto del país, sino con los mejores agricultores del mundo como lo son los de Estados Unidos y Canadá. Países que tienen una sólida política agrícola de largo plazo que le da certidumbre a su actividad, con apoyos al crédito, a la investigación y transferencia de tecnología, a la comercialización y a las coberturas de riesgos.
Los resultados de la actual política en seguridad alimentaria es una balanza comercial agropecuaria positiva a partir del 2015 incrementándose hasta llegar a un máximo en el 2020 y reduciéndose el superávit en un 45 por ciento en los últimos tres años como consecuencia del mayor crecimiento de las importaciones de granos con respecto a las exportaciones, ya que estamos comprando del exterior el 50 por ciento de los granos básicos que requiere nuestro consumo nacional, encendiendo las alertas por el nivel de dependencia.
Por lo anterior, debemos insistir para que junto con el resto de las organizaciones propongamos una nueva generación de políticas públicas que revalore la importancia de la agricultura comercial sin distinción de tamaño de productor, para que se traduzca en programas concretos a la hora de autorizar el PEF, que es el instrumento financiero que da soporte a las políticas públicas y de esta manera incrementar la producción nacional de acuerdo con las necesidades del país y el exterior.