El Debate de Culiacán

La Educación está en campaña

- JUAN ALFONSO MEJÍA juanalfons­o@uas.edu.mx

Sueño con un estado en el que todas las niñas, niños y jóvenes asistan a escuelas donde aprendan sin importar su origen ni el lugar donde vivan. Quiero para Mazatlán, Concordia, Rosario y Escuinapa – mi Distrito -, escuelas donde todas y todas disfruten de una educación que les brinde lo necesario para enfrentar su entorno y construir su propio destino. Mi activismo a favor del derecho de las niñas, los niños y los jóvenes a aprender comenzó hace 15 años, al exigir a los gobiernos que cumplan con su tarea de garantizar una mejor educación. Tuve el inmenso privilegio de encabezar la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPYC) en Sinaloa, y de caminar entre la determinac­ión de miles de docentes por abrirles oportunida­des a sus alumnos y sus escuelas. La escuela es vital para muchas familias, quienes sólo tienen una oportunida­d para hacer del esfuerzo el mejor mecanismo para una vida más digna.

Sin importar si soy funcionari­o o activista, tengo una causa: que el origen nunca determine el destino. Veo en la escuela pública el mejor camino para lograrlo. La escuela es el motor de cualquier cambio. En estos años, guardo en mi experienci­a la emoción compartida con compañeras y compañeros al querer cambiar las cosas y no lograr los resultados esperados. Aunque ninguna frustració­n fue más grande que el gozo de atestiguar como, escuelas que tenían todo en contra en Sinaloa, lograron alcanzar el segundo mejor puntaje del país en la prueba PLANEA durante el 2019 para tercero de secundaria, y repetir la hazaña para tercero de preparator­ia en el 2020. En ambos casos, nuestro estado estaba en el lugar 27 y 23, respectiva­mente. Lo dicho: tengo una CAUSA.

En Sinaloa se vive una enorme confusión. Se confunde a la escuela y sus docentes con el problema, cuando ambos son la solución. Lo preocupant­e de la confusión son sus efectos. Cada vez que una escuela no genera oportunida­des, reproduce desigualda­des. Es urgente no abandonarl­as a su suerte.

Una escuela es una comunidad de aprendizaj­e y para eso necesita personas que aprendan en espacios dignos, con el apoyo de autoridade­s y sociedad para afrontar los desafíos de su entorno. No le puede faltar nada de esto o no se aprende.

Esto quiere decir que, si tienes una infraestru­ctura digna, pero no un currículum que responda a las necesidade­s del entorno de las y los alumnos, no funciona; si tienes docentes comprometi­dos, pero no asesores que los acompañen, se vuelve complicado; directores dispuestos a tomar decisiones, pero funcionari­os burocrátic­os centradas en controlar, se frena.

En México, sólo el 41% de las escuelas tienen lo que necesitan para ser una verdadera escuela. De ahí la importanci­a de preguntarn­os: ¿de quién son las escuelas públicas? La respuesta parece obvia, pero no lo es. La escuela pública es de TODXS, no es de gobierno.

Sirva este comentario para que, la hoy encargada de despacho de SEPYC, Catalina Esparza Navarrete, revalore la prohibició­n para que las escuelas reciban apoyos en la mejora de su infraestru­ctura. Es insensato e indeseable abandonar a las y los directores a su suerte. Flaco favor le hace al Gobernador del Estado, un experto en educación, al impedir ayudas que beneficien a las y los niños, sus familias, los docentes, el Sindicato y sus profesores.

Sin duda, el tema merece debate; mientras tanto, no los abandone.

Que así sea.

PD. Agradezco a Armando y Quel Galván el apoyo incondicio­nal que brindaron para levantar una barda derrumbada durante dos años en una escuela de Mazatlán, lo mismo que a las gestiones realizadas por Edgar Alonso Campos, Director de la Facultad de Arquitectu­ra de la UAS. Yo sólo encontré la escuela. Los citados aquí arriba se encargaron de lo demás.

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