El Debate de Culiacán

Historia del primer jonrón de Ohtani con los Dodgers

- JUAN VENÉ jbeisbol5@aol.com

Coral Gables, Florida (VIP-WIRE). “Travesuras del castellano. Votar es elevar a alguien a un sitial. Botar es sacar a alguien o algo de su lugar y eliminarlo“… JV.

Por 700 millones de motivos, cuanto haga, diga o deje de hacer y de decir Shohei Ohtani, es noticia.

Un buen ejemplo ha sido su primer jonrón uniformado con el azul, blanco y rojo de Los Ángeles, el cual fue frente al zurdo de los Gigantes, Taylor Rogers, en 3-1. Y por cierto, Papá Dios ayuda para que sus hechos sean más notables. Por ejemplo, la pelota de ese batazo no fue capturada por ningún adolescent­e zagaletón, sino por una bella muchachona muy alegre, según su enorme sonrisa.

Aquella bola había volado a 107 millas por hora, a lo largo de 430 pies desde el home plate y hasta lo profundo del sector left center, en Dodgers Stadium.

Fue tan violento el batazo, que parecía querer hacer olvidar así las sospechas de que Ippei Mizuhara no lo robó, sino que eran socios en las apuestas a través de las mafias ilegales. Pero eso, que en vez de un mozo fuera una moza quien capturara la pelota, más la velocidad y la distancia del batazo, han sido solo algunos de otros detalles noticiosos.

La joven de la historia estaba trajeada con los colores del equipo local, adornada con una elegante gorra, que dejaba ver al frente el logo con LA entrelazad­as. Lógicament­e, fanática de los Dodgers. Pues, lo lógico era que comprara uno de los exhibidore­s plásticos transparen­tes para exhibir su souvenir, colocándol­o en el mejor lugar del hogar. O que la entregara a los Dodgers, a cambio de un abono por toda la temporada.

En último caso, de haber sufrido problemas económicos pudo haber conseguido un comprador del tesoro por mil o más dólares. Pues, no. Lo que hizo la dama de la sonrisota, al terminar ese juego del miércoles, que les ganaron a los visitantes Gigantes 5-4, fue correr a entregarle la bola de regalo a Ohtani.

Como era de esperarse, la gentileza y la caballeros­idad nipona surgieron enseguida. Shohei sonrió, se dijo muy agradecido y regaló a la chica otra pelota nueva, dos gorras, un bate y conversaro­n unos minutos.

Lo que dijo ella después: “Creo que él necesita esa pelota más que yo, porque es un interesant­e capítulo de su historia profesiona­l”.

Y uno se dice: Esto apenas comienza. Son 10 años de contrato, pero ya hemos tenido líos de apuestas, revelacion­es de un matrimonio y lo del jonrón… ¡Vas bien, muchacho, vas bien!

Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú.

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