El Debate de Culiacán

“Los padres no ponen límites debido a que todo el tiempo están apurados ”

MILTON BARDO DE LA CRUZ FING Neuropsicó­logo

- David de la Rosa debate@debate.com.mx

La atención en los niños siempre debe ser una prioridad. Y así lo considera Milton Bardo de la Cruz Fing, neuropsicó­logo y director del Centro Infantil de Rehabilita­ción en Mazatlán, quien comparte cómo el sistema influye en la educación de los hijos en casa.

¿Doctor, qué ha provocado que los niños sean más desafiante­s y voluntario­sos?

En realidad en la actualidad los niños son personitas muy demandante­s. Cuando ocurrió la pandemia, los niños se acostumbra­ron a estar mucho tiempo en compañía de sus papás. Hacían actividade­s juntos como jugar, charlar; así como el acompañami­ento de aparatos de tecnología , por lo que cuando terminó (la pandemia) hubo cambios significat­ivos. Por ejemplo, los niños desarrolla­ron la inteligenc­ia emocional, pero al término de la pandemia volvieron a esa zona de alguna manera desconocid­a. Los niños se empezaron a sentir desatendid­os y, por consecuenc­ia, esta ansiedad logra desestabil­izar la armonía familiar, donde el niño es más negativo, desafiante; con conducta retadora, situacione­s emocionale­s que no pueden controlar, e incluso cuadros depresivos.

¿Considera que el sistema ha influido en la formación de los niños en casa?

Definitiva­mente sí, a veces dicen los papas ‘mi hijo está muy adelantado y es inteligent­e’, y sí, pero no siempre la inteligenc­ia se mide en cuanto a habilidade­s, sino que también se mide en cuanto al desenvolvi­miento emocional.

El manejo de la inteligenc­ia emocional infantil es un arma de doble filo porque esto significa que el niño es más consciente y más maduro; sin embargo, empieza experiment­ar trastornos o problemas como los de un adulto: cuadros depresivos, trastornos de conducta, vicios y manías. Y aunque el adulto tiene manera de sacarlos de forma más práctica, saliendo a divertirse, el niño está reprimido al no poder expresar lo que siente, es por ello tan importante el acercamien­to de los padres y la parte espiritual, lo cual se ha perdido, así como los valores y la moral, lo cual es básico para que haya una buena armonía familiar.

En décadas pasadas la educación en casa era muy estricta, ¿hasta dónde puede ser permitido que los padres apliquen una formación rigurosa?

En realidad tiene que ver, por ejemplo, el manejo de los niños y las reglas que deben implementa­r los padres en casa. A veces les dan demasiada libertad, lo que provoca que el niño o niña se sienta autodepend­iente, y si se establecen las reglas pero no las cumplen, de nada servirá que se fijen. Si como padre le dice: ‘tu responsabi­lidad es llegar de la escuela y hacer este tipo de actividade­s’, el niño o el adolescent­e lo realizará de forma adecuada, pero si no lo hizo en la primera y no se le llamó la atención o lo hizo pero no dentro de lo establecid­o, él lo entenderá como que no es importante seguir las reglas, lo cual se tornará complicado para los jefes de familia. También tiene mucho que ver la parte que aportan los abuelos, quienes son un ejemplo para ellos.

De acuerdo con lo que ha trabajado en el tema familiar, ¿considera que los padres se han visto rebasados por los hijos?

Sin duda alguna sí. Es tanta la permisivid­ad. Los padres no ponen límites debido a que todo el tiempo están apurados por cuestiones de trabajo, deudas y problemas familiares, lo cual ha tenido como resultado que los progenitor­es no tengan una capacidad de diálogo; es decir, entre papá y mamá, donde se pongan de acuerdo el cómo formar a los hijos, difícilmen­te habrá buenos resultados. Uno de ellos es el trastorno de la conducta negativist­a desafiante, muy similar a los patrones de conducta que presenta el niño con hiperactiv­idad. La diferencia es que con la primera presenta cuadros de ansiedad y de desajuste en la comunicaci­ón de la familia.

¿En dónde se presenta más este tipo de problemas?

De acuerdo con el patrón de edad, te sorprender­ía saber que inclusive en clases bajas es donde menos se presenta este tipo de conductas, ya que los papás tienen una condición diferente y en las clases media y alta he visto más elevado el problema. Tienen el problema en niños de edades entre los 4 y 9 años, siendo en esta última más fuertes; por lo que entre los 12 y 16 es aún más grave, ya que a esa edad ya empiezan con problemas del cigarro y otros vicios.

¿Cómo pueden enfrentar esta problemáti­ca los padres?

Definitiva­mente pasar más tiempo de calidad con los niños. Ciertament­e hay ocupacione­s importante­s con el trabajo, pero creo que es más importante la atención a los hijos, lo cual el mejor tratamient­o es tener tiempo para ellos. Que haya momentos en familia, como comer juntos, pintar, jugar; todo lo que tenga que ver con la convivenci­a familiar. Y otro punto muy importante, la sana comunicaci­ón y convivenci­a entre los padres, lo cual se verá reflejado en los hijos.

¿Habrá un porcentaje de esta problemáti­ca?

Sí, actualment­e, en lo que va del año el número de incidencia de este tipo de casos ronda entre los siete y ocho de 10. Comparado con el año pasado sí se ha incrementa­do, porque era de tres de cada 10.

La inteligenc­ia no solo se mide en cuanto a la habilidad, sino también en el desenvolvi­miento emocional”.

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