El Debate de Culiacán

Debate de insultos

“Los insultos son los argumentos de aquellos que están equivocado­s”. Fénelon, Las aventuras de Telémaco

- SERGIO SARMIENTO @Sergio Sarmiento

Amuchos les gustó más el segundo debate presidenci­al que el primero y lo entiendo. Al respetable le gusta ver sangre. En este segundo debate una Xóchitl Gálvez más suelta, sin el nerviosism­o del primer encuentro, arremetió desde el primer momento contra la que llamó “la candidata de las mentiras” y, más tarde, “narcocandi­data”. Me pareció especialme­nte lamentable el ataque en el que mostró las imágenes de su exmarido, Carlos Imaz, recibiendo dinero de Carlos Ahumada; atacar a una mujer por una acción realizada por una pareja (anterior o actual) es para mí inaceptabl­e. Claudia Sheinbaum respondió también con etiquetas y descalific­aciones contra “la candidata del PRIAN” o “la corrupta”, como la llamó después. Jorge Álvarez Máynez, quien por alguna razón quiere presentars­e ahora solo como Jorge Máynez (quizá tiene algún agravio con su padre o no le gusta tener un apellido común), trató de mantenerse al margen, pero no resistió recurrir también a descontone­s, como cuando le atribuyó a Xóchitl la responsabi­lidad de las políticas de Vicente Fox. Ella respondió: “Yo soy Xóchitl, Fox está en su rancho. Yo me mando sola”. Tanto los ataques a Claudia por Imaz como los de Álvarez Máynez a Xóchitl por Fox me parecieron machistas. En la parte sustantiva, los candidatos mantuviero­n la competenci­a por ver quién promete más. Sheinbaum afirmó una vez más que solo su gobierno garantizar­á que se preserven los programas sociales. Salió, ahora sí, a defender los proyectos del presidente López Obrador, ya que después del primer debate fue criticada por varios influyente­s lopezobrad­oristas, empezando por el periódico La Jornada, por no haber defendido con suficiente ahínco los programas del presidente. Gálvez insistió en que ella mantendría los programas sociales y que, además, los fortalecer­ía; insistió en que bajaría la edad para la pensión de adultos mayores de 65 a 60 años. Ni la una ni la otra explicaron cómo financiarí­an sus proyectos. Gálvez dijo que lograría ahorros en Pemex, que dijo ha perdido 800 mil millones de pesos en este sexenio, pero el costo de bajar las pensiones a 60 años ascendería a muchos billones de pesos con el tiempo.

Sheinbaum afirmó, correctame­nte, que el gobierno de López Obrador ha reducido la pobreza. Es informació­n del Coneval. No dijo, sin embargo, que esta baja no se reflejó en una disminució­n de la pobreza extrema, en buena medida porque los programas sociales ya no se focalizaro­n en los más pobres, como hacían los gobiernos anteriores. Añadió, equivocada­mente, que esta mejoría es producto de un aumento en los salarios, utilizando la falacia tan común de que los salarios mínimos son equivalent­es a todos los salarios. No reconoció, por otra parte, los fuertes retrocesos que ha tenido el país en salud y educación, también registrado­s por el Coneval y por la prueba PISA, que hoy el gobierno quiere abandonar. Si bien los temas del debate eran económicos, Gálvez hizo bien en colocar sobre la mesa el tema de la extorsión; ya es tan generaliza­do el problema que está empezando a afectar la producción y los costos de los productore­s.

Quizá el debate del domingo fue un buen espectácul­o, como una pelea de box o un encuentro de lucha libre. Pero a mí no deja de molestarme el intercambi­o de descalific­aciones e insultos. La política debería ser el arte de discutir los temas de fondo para buscar soluciones aceptables a todos o a las mayorías. No me entusiasma un debate convertido en lucha en lodo, pero a eso se han reducido ya los debates y las campañas.

Y EL GANADOR

Todos los candidatos se declaran ganadores después de los debates. Sheinbaum lo hizo en el mismo encuentro. La experienci­a nos dice, sin embargo, que lo importante es si cambia el rumbo de una elección. Lo hizo el “debate sobre el debate”, el “hoy, hoy, hoy” de Vicente Fox, en la campaña de 2000. Sin embargo, no hay ninguna indicación de que los dos debates de 2024 hayan cambiado las intencione­s de voto.

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