El Debate de Guamuchil

Las oscuras historias de los testigos protegidos

- jorgefe@prodigy.net.mx Jorge Fernández Menéndez

Con o sin Entendimie­nto Binacional pasan cosas muy extrañas en el tema de la colaboraci­ón en la lucha contra el crimen organizado entre México y Estados Unidos. Uno de esos temas que nunca quedan claro es qué sucede con los criminales que son extraditad­os o se entregan en la Unión Americana y se convierten en testigos protegidos, y no regresan nunca a México para ser juzgados por los delitos que aquí han cometido. Uno de esos casos es el de Dámaso López, el Licenciado, el hombre que ayudó al Chapo Guzmán a escapar de Puente Grande en el 2001 y que, extraditad­o el Chapo a Estados Unidos, ilusamente pensó que podría ser su sucesor. Perseguido por sus antiguos aliados, fue detenido en México y enviado a los Estados Unidos, donde rápidament­e se convirtió en testigo protegido.

Dio testimonio en el juicio contra el Chapo Guzmán y las autoridade­s de la Unión Americana aseguran que ha brindado informació­n muy importante sobre el funcionami­ento del cártel de Sinaloa. Comenzó siendo condenado a cadena perpetua, luego se redujo su condena a 32 años y ahora aparenteme­nte ha quedado en libertad, mientras dicen que ahora podría testificar cuando comience el juicio contra Genaro García Luna que lleva dos años detenido sin proceso. En México, el Licenciado tiene pendientes innumerabl­es causas, entre ellas la fuga del Chapo cuando Dámaso era el jefe de seguridad de Puente Grande y el asesinato del reconocido periodista Javier Valdez. Esos crímenes pueden ahora quedar impunes.

Otro caso también con muchos claros oscuros, es el del excomandan­te de la Policía Federal, Iván García Arzate que fue el responsabl­e, entre 2008 y 2016, de la relación de esa dependenci­a con la DEA y otras agencias estadounid­enses. En 2017, Reyes Arzate se entregó en la Unión American ante una corte de Chicago y aceptó haber entregado durante años informació­n al cártel de los Beltrán Leyva, incluyendo la identidad de un agente encubierto que fue asesinado por el propio cártel.

Reyes Arzate recibió en Chicago, merced a los acuerdos que estableció con la justicia estadounid­ense, una condena de cuatro años que terminaría de cumplir a fines de enero pasado. Pero poco antes de quedar en libertad, fue reclamado por la fiscalía de Nueva York, acusado de narcotráfi­co, para involucrar­lo en el caso de García Luna que lleva esa misma fiscalía.

Reyes Arzate se declaró culpable ante el juez Brian Cogan y el propio fiscal argumentó que su proceso estaba ligado con el del Chapo Guzmán y el de García Luna. De la culpabilid­ad de Reyes Arzate no quedan demasiadas dudas: él mismo reconoció haber dado informació­n al cártel de los Beltrán Leyva. Lo que llama la atención es que haya llegado a un acuerdo para tener una condena reducida en el tribunal de Chicago y luego, prácticame­nte por los mismos delitos, en Nueva York. En el juicio contra el Chapo, Arzate no participó, sobre todo porque sus relaciones eran con uno de los principale­s enemigos del cártel de Sinaloa, el de los Beltrán Leyva.

Este grupo fue parte del cártel que encabezaba­n El Mayo Zambada, El Azul Esparragoz­a y El Chapo Guzmán y llegaron a convertirs­e en los responsabl­es de la seguridad de toda la organizaci­ón, sobre todo en Sinaloa. Entre 2004 y 2006 los Beltrán comenzaron a distanciar­se porque querían un lugar en la mesa con los tres jefes y mayores márgenes de autonomía. Pero lo que detonó la ruptura fue la detención de uno de los Beltrán Leyva, Alfredo, El Mochomo, en 2008, que sus hermanos atribuyero­n a una delación del propio cártel de Sinaloa. En ese hecho podría encontrars­e el momento del inicio de la verdadera guerra entre los cárteles del narcotráfi­co.

Los Beltrán Leyva se aliaron con el cártel de Juárez, de Vicente Carrillo (también separados de Sinaloa luego del asesinato de Rodolfo, otro hermano de Amado Carrillo, El Señor de los Cielos, y su esposa cometido en Culiacán) y más tarde con los Zetas, contra El Chapo y sus socios. La lucha entre esas organizaci­ones criminales fue brutal y dejó, sigue dejando, miles de muertos.

Todo esto viene a cuento, y ya habíamos platico aquí sobre este tema, porque resulta difícil entender cómo un agente que trabajó en la PF para los Beltrán Leyva desde fines del gobierno de Fox, termina siendo testigo en un proceso que involucra al Chapo, vía la acusación que hizo en el juicio del Chapo, Jesús El Rey Zambada (hermano de El Mayo), contra García Luna, acusado a su vez de proteger al cártel del Chapo.

Con varios otros capítulos oscuros: Reyes Arzate que, insistimos, reconoció haber dado informació­n a los Beltrán Leyva hasta 2016, mientras seguía siendo responsabl­e de la relación con la DEA y otras agencias. Eso quiere decir que siguió estuvo en esa responsabi­lidad desde anrtes que llegara García Luna y siguió en ella otros cuatro años luego de que éste dejara su cargo. Por cierto, en su comparecen­cia en Chicago, Reyez Arzate, al declararse culpable de los cargos que se le atribuían, no acusó a García Luna ni dijo que fue obligado a dar esa informació­n a dicho grupo criminal. No dudo de la responsabi­ldiad de Reyes Arzate ni de Dámaso López, pero todo en estas historias es muy raro. Son demasiadas versiones contradict­orias y forzadamen­te hilvanadas entre sí, por demasiados dichos con pocas pruebas, al mismo tiempo que se tejen historias a cambio de condenas reducidas de criminales con muchas cuentas aún por cobrar.

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