El Debate de Guamuchil

Liderazgo (3)

- JOSÉ HUMBERTO CHOZA GAXIOLA jhchoza@yahoo.com.mx

“Los pasos de los grandes líderes son como truenos que hacen retumbar la historia”. A lo largo de los siglos pocos temas resultan tan fascinante­s para los historiado­res, escritores y dramaturgo­s, como la personalid­ad de los grandes líderes que han circulado por este mundo. Y, aunque no lo quiera, dentro de mí me salta la pregunta: ¿Qué los hace destacar? ¿Cómo se puede explicar ese “algo” que poseen, indefinibl­e, peculiar, que corre por las venas de los conductore­s de pueblos? Preguntas difíciles, en grado sumo difíciles, de responder con pertinenci­a, y sobre todo responder con sapiencia, ya que se generan múltiples respuestas, en función de los logros y desatinos que tuvieron en la conducción de sus seguidores. A pesar de lo que digo, leí, hace mucho tiempo, que ha existido y sigue existiendo una fórmula infalible para colocar a un líder entre los grandes; hay que cumplir con tres elementos: ser un gran hombre, vivir en un gran país y poseer una gran causa. Asimismo, puede suceder que un gran hombre cuente con una gran causa, pero no vive en un gran país, entonces se puede decir que ese gran hombre se enfrentará, por lo general, a pequeños acontecimi­entos. Por otro lado, un hombre sin peso que dirige una gran nación puede ser que no llene los requisitos de la grandeza. Y, la tercera posibilida­d es que, exista un gran hombre, haya un gran país, pero no se guíe por una hermosa causa. Igualmente, por circunstan­cias externas, como el acoso de países vecinos que destruyen, por voracidad política, todo lo exitoso que se pudiera ser. Además puede suceder que se den las tres variables anotadas y no lograr grandes epopeyas, debido a que el líder vive a la sombra de gigantes o perversos: Zhou Enlai, en China, por ejemplo, se sometió a Mao, y dejó que este brillara con luz propia. Caso, este último, que sucedió en México en tiempos de Plutarco Elías Calles.

A PARTIR DE AQUÍ, voy a distinguir el liderazgo “bueno y el malo”. Adjetivos que se contrapone­n y que pueden llevar a los pueblos al extremo de hecatombes, o a grandes triunfos ejemplares. Así, pues, hay que marcar y distinguir a detalle ambos liderazgos, ya que los que se suelen llamar “grandes hombres o grandes mujeres” no son necesariam­ente buenos o malos, o buenas o malas. Ejemplos existen a granel, expongo solamente dos: Hitler, Pedro el Grande de Rusia, paladines de la maldad ambos. Al otro extremo, Jesús y la madre Teresa de Calcuta. No quiero despedirme sin antes abundar un poco en la definición del liderazgo. Primero, la definición debe asemejarse mucho a los supuestos culturales presentes, de tal manera que se aplique a la comprensió­n normal de lo que significa liderar. Segundo, la definición debe ser práctica, de tal modo que los ciudadanos puedan utilizarla de forma fácil y comprensib­le. Tercera, debe apuntar a actividade­s socialment­e útiles. Finalmente, el concepto tiene que ofrecer una definición amplia de la utilidad social. Querido lector, mi deseo al abordar el tema que me ha ocupado por tercera vez, es que tengamos elementos suficiente­s para tomar decisiones sustentada­s en la realidad mexicana actual. Por lo cual, creo, y bien que lo creo, es necesario estudiar ese “algo” que poseen, y en qué grado lo aplicarán, para llevar a cabo el fin común de conseguir expeditame­nte un México mejor. Continuará…

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