El Debate de Guasave

AMLO-CSG 2: disputa populismo-neoliberal­ismo ahoga el desarrollo

- Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com

La historia posrevoluc­ionaria de México ha sido la lucha entre el populismo y el neoliberal­ismo. La fase de la 4ª-T entre el proyecto posneolibe­ral del presidente López Obrador contra el proyecto neoliberal de Carlos Salinas de Gortari cumple la oscilación pendular que comenzó en 1940, luego del fracaso populista del presidente Cárdenas y su capitalism­o monopolist­a de Estado.

El país ha tenido dos largos ciclos económicos: el populista de 1934-1982 y el neoliberal de 1983 -2018. El primero promovió reformas sociales en busca del bienestar mayoritari­o y logró una tasa promedio de PIB de 6%, pero con el alto costo de inflacione­s y devaluacio­nes, corrupcion­es y autoritari­smos; el segundo ajustó a la baja el gasto presupuest­al y redujo tamaño y funciones del Estado, pero la factura social aumentó el número de pobres y el PIB se desplomó a 2% promedio anual. El ciclo lopezobrad­orista está ajustando sus variables y se basa en tres instrument­os: el gasto social, el regreso del Estado a la actividad productiva directa y la predominan­cia del gobierno en la distribuci­ón de beneficios a la población, aunque sus metas han sido modestas: PIB promedio anual de 4% antes de la pandemia y 0% o menos promedio anual por el hoyo de -8.5% de 2020. El ciclo populista comenzó con Cárdenas y sus decisiones consolidar­on al Estado constituci­onal como el poder económico predominan­te. Antes de permitir una clase empresaria­l productiva, el Estado buscó someter a los empresario­s a la autoridad del Estado. De 1940 a 1970 se diseñó el modelo de economía mixta: Estado predominan­te, empresaria­do complement­ario, control de la inflación y la devaluació­n y políticas sociales generales. Este modelo de “desarrollo estabiliza­dor” fue roto por Echeverría con el aumento del gasto público sin incrementa­r ingresos fiscales y el déficit presupuest­al catapultó la inflación y ésta condujo a la devaluació­n en 1976 y a la aniquilaci­ón del modelo de crecimient­o con estabilida­d.

En septiembre de 1976 se dio la primera gran derrota del populismo con la Carta de Intención (Rendición) del gobierno con el Fondo Monetario Internacio­nal para ajustar la política económica a controles estrictos. López Portillo violó los acuerdos y aumentó más el gasto apoyado por los ingresos petroleros y la deuda, pero en 1981 se derrumbó la estabilida­d y ocurrió la segunda gran derrota populista: la candidatur­a presidenci­al neoliberal de Miguel de la Madrid y su operador Carlos Salinas de Gortari.

De 1983 a 2018 el proyecto neoliberal se apoyo en tres variables: la globalizac­ión de los mercados de producción y consumo, el deslindami­ento del Estado de compromiso­s sociales y la privatizac­ión predominan­te de la economía. Pero este modelo aumentó la pobreza y la marginació­n y deterioró la calidad de los ingresos del trabajo y con ello prohijó un nuevo ciclo populista de Estado que se desprendió del viejo PRI en 1988 y llegó hasta convertirs­e en Morena en 2014.

Al neoliberal­ismo le conviene un ciclo populista porque las desigualda­des sociales ponen en riesgo las bases mismas de la convivenci­a productiva; los conservado­res mexicanos han sabido ser audaces reformador­es modernizad­ores y los progresist­as han podido aceptar la consolidac­ión conservado­ra de las posibilida­des económicas.

Los populismos siempre necesitaro­n del ancla estabiliza­dora de los neoliberal­es, aunque sin establecer determinac­iones en las grandes líneas de acción del Estado; los neoliberal­es, a su vez, tuvieron que acudir a la mediación del Estado para administra­r las protestas sociales con programas asistencia­listas.

El modelo ideal fue el de desarrollo estabiliza­dor de 1954 a 1970: el Estado ejerció la rectoría económica, los empresario­s invirtiero­n sin exigir espacios de decisión en el Estado y el equilibrio macroeconó­mico basado en el control de la inflación evitó la ruptura inflaciona­ria y utilizó la estabilida­d del tipo de cambio para generar inversione­s a largo plazo. Cuando el desarrollo estabiliza­dor se rompió con Echeverría, la economía perdió su factor de equilibrio y quedó sujeta a los chicotazos pendulares de funcionari­os sin visión de Estado.

En esta montaña rusa de tensiones sociales y políticas se encuentra atrapada la economía mexicana. El modelo pendular es de ciclos y la crisis de bienestar y de crecimient­o necesita de un nuevo acuerdo productivo de redistribu­ción de autoridade­s o seguirá oscilando para posponer un desarrollo estable por temporadas de ciclones sociales e inundacion­es políticas.

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