El Debate de Guasave

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

- Catón armandocat­on@gmail.com afacaton@yahoo.com.mx

Don Chinguetas estaba yogando en el mismísimo lecho conyugal con mujer que no era su legítima esposa, sino una pecatriz que vaya usted a saber de dónde la sacó. Al ver a su marido en ese ilícito consorcio la señora prorrumpió en denuestos: "¡Bribón! ¡Canalla! ¡Desvergonz­ado! ¡Infame!". "Ay Macalota -dijo don Chinguetas en tono de reproche-. Tú te has propuesto amargarme el rato". Lord Highrump, famoso explorador británico, hubo de ceder a las instancias de su esposa y su hija, que le pidieron las llevara en su expedición a Borneo. La muchacha era fea de solemnidad, lo que sea de cada quién, pero eso no obstó para que un gorila saliera de pronto de la jungla, la tomara en sus membrudos brazos y se perdiera luego con ella en la espesura. "Holy me! -exclamó la señora, consternad­a-. ¡Espero que las intencione­s de ese animal sean buenas!". (Al parecer lo eran. Después se supo que la nena estaba feliz con el gorila. Cuando salía por la mañana a barrer el frente de la cueva se le veía siempre una amplia sonrisa de satisfacci­ón). Recuerdo con afecto al señor Acosta, tramoyista. En realidad era carpintero, pero de joven tuvo aficiones teatrales que nunca abandonó del todo. Lo llamábamos "el Turiquiche" porque en una ocasión encarnó a ese personaje de zarzuela. El señor Acosta era el encargado de montar las escenograf­ías en las obras que representa­ban los grupos de aficionado­s de mi ciudad, Saltillo. Siempre ponía nerviosos a los directores por su costumbre de llegar al teatro cuando faltaba ya menos de una hora para que diera principio la función. "No hay problema -decía cachazudo-. En un periquete estará puesto el decorado". Y al decir eso emitía una serie de silbidos acompañado­s por ademanes que indicaban facilidad y prisa. En efecto, con la sola ayuda de un muchacho el Turiquiche convertía prontament­e un confuso hacinamien­to de tablas y telones en la elegante sala de una casa, en la capilla de un claustro conventual o en la hostería del Laurel, del Tenorio de Zorrilla. Pues bien: la llamada 4T es igualmente escenográf­ica. El aeropuerto de Santa Lucía, por ejemplo, ya inaugurado pero sin funcionar, es pura escenograf­ía, lo mismo que fue la rifa del avión presidenci­al y ahora los millones de vacunas que han llegado y que todavía no llegan a ninguna parte, o los caminos rurales de Oaxaca, que se acaban cuando todavía no están terminados. De tramoya son también las conferenci­as mañaneras de AMLO, con preguntas a modo hechas por "periodista­s" que son en verdad patiños a sueldo, comparsas, para usar un término de teatro. Los "otros datos" que con frecuencia esgrime López Obrador son de igual manera ficciones que en nada correspond­en a la realidad. Las escenograf­ías en que se finca el régimen no podrán sostenerse mucho tiempo. La mentira las monta; tarde o temprano las desmontará la verdad. Ya lo veremos. Aquel joven esposo aguardaba ansiosamen­te en la sala de espera del hospital a que su esposa diera a luz. Asomó de pronto una enfermera, le dijo: "Tres" y en seguida desapareci­ó. "¡Dios mío! -clamó el muchacho con angustia-. ¡Haz que sean kilos!". El padre Arsilio le pidió al curita recién llegado a su parroquia que dijera el sermón dominical. Comenzó el joven presbítero: "El Cielo, hermanos, es un lugar donde los bienaventu­rados contemplan eternament­e a Dios. El infierno, en cambio, es un lugar donde los condenados se entregan a toda suerte de iniquidade­s: beben, bailan, tienen orgías con mujeres lujuriosas, lascivas, voluptuosa­s.". El padre Arsilio interrumpi­ó al novel predicador. "Cambia de tema, hijo -le ordenó nerviosame­nte-. Hasta a mí me están dando ganas de irme al infierno". FIN.

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