Impactos de la apertura comercial en el sector agrícola de México
El primero de enero de 1994, entró en vigor el TLCAN, participando México, Estados Unidos y Canadá, lo que implicó la apertura de la economía de los tres países. Las organizaciones de productores del país presentaron sus puntos de vista en relación a las medidas que debían tomarse para que los sectores más sensibles no resultaran impactados, de esta manera conjuntamente con el Gobierno y los tres países se diseñaron una serie de medidas para darle gradualidad a la apertura comercial del sector agrícola, sobre todo en los ramos más sensibles, como lo es el maíz, frijol, trigo, leche y cárnicos.
En términos generales, en ese momento el posicionamiento de las organizaciones de productores fue que, además de negociar las medidas de gradualidad descritas, se deberían implementar esquemas de apoyo compensatorios, sobre todo para el sector granero que estaba en mayor desventaja, fue así como surgió el Procampo, el esquema de precios de referencia operado por la reciente formada Aserca en ese tiempo, así como una serie de programas tendientes a mejorar la productividad y competitividad del sector en el mediano y largo plazo.
Hay que recordar que en el planteamiento original del TLCAN por parte de algunos funcionarios de aquella época de la Secretaría de Agricultura, como Luis Tellez, planteaban posiciones radicales que se fundamentaban en el principio de la complementariedad entre los países y que significaba que sólo se produjeran en México los alimentos en los que nuestro país era altamente competitivo y el resto se importara donde fuera más económicos. Por otra parte, prevalecía en algunos funcionarios el razonamiento de la soberanía alimentaria o también llamada autosuficiencia, que se define como el cociente entre la producción nacional y el consumo total del país y, en este sentido, la FAO recomendaba producir al menos el 75 por ciento de los alimentos aun en la apertura comercial.
Después de 26 años de apertura, incluyendo casi un año del T-MEC, podemos decir en términos generales que el sector agroalimentario ha sido ganador si tomamos en cuenta el que hoy somos el décimo productor mundial agroalimentario y el séptimo exportador agroalimentario, pero también podemos afirmar que este sector tiene grandes retos por superar. El principal es que el 54 por ciento de la pobreza extrema está en las comunidades rurales. Indiscutiblemente, en este periodo de apertura la productividad y competitividad del sector agrícola se incrementaron notablemente. Se logró incrementar la producción de 149.1 millones de toneladas en 1994 a 283.6 millones de toneladas estimadas para el 2021, lo que significa un incremento del 90 por ciento y, en lo que respecta al valor, el incremento significó un 135 por ciento.
Sin embargo, hay que decirlo, los sectores más beneficiados con estos incrementos, sobre todo en valor, fueron los sectores hortofrutícola, agroindustrial y pecuario; y de los menos beneficiados fue el sector granero, que creció con tasas muy por debajo de la media.
Esta situación se expresa claramente ya que dentro de los sectores deficitarios se encuentran los granos y oleaginosas, que produce sólo el 55 por ciento de los requerimientos nacionales, y el pecuario, que produce el 84 por ciento, el resto se tiene que importar prácticamente de Estados Unidos y Canadá; mientras que los sectores de hortalizas y agroindustrial abastecen la producción nacional y son grandes exportadores.
Esta situación se ve reflejada en un crecimiento de las exportaciones en el periodo referido de los 26 años de 806 por ciento, donde los sectores hortofrutícola y agroindustrial han crecido de manera exponencial, y sobre todo a partir del 2015, cuando la balanza comercial se volvió excedentaria.
En caso contrario, el crecimiento de las importaciones de Estados Unidos a México se explica en gran medida por el crecimiento de las importaciones de granos y oleaginosas, ya que este país es de los de mayor potencial productivo en el mundo por su gran extensión de temporales fértiles, su avanzada tecnología y un robusto esquema de apoyos por parte de su Gobierno.
México importa actualmente de Estados Unidos y Canadá alrededor de 30 millones de toneladas de productos agrícolas, esto ha significado un crecimiento en el periodo referido de apertura del 287 por ciento, donde la tasa de granos y oleaginosas destaca por su relevancia.
En suma, podemos concluir que los sectores más beneficiados en México con la apertura comercial son el sector hortofrutícola, el agroindustrial y, en cierta medida, el sector pecuario; en el caso de los granos, ha crecido de manera importante su importación, principalmente el maíz amarillo, trigo panificable, arroz y oleaginosas, entre otros, y se ha complementado con las cadenas nacionales de producción de forrajes, que son un insumo competitivo para el sector pecuario nacional y otras cadenas de valor.
La apertura también ha traído una serie de impactos en la producción regional de México, de esto hablaremos en las siguientes columnas.