El Debate de Guasave

Impactos de la apertura comercial en el sector agrícola de México

- Gustavo Rojo Plascencia agronegoci­os@caades.org.mx

El primero de enero de 1994, entró en vigor el TLCAN, participan­do México, Estados Unidos y Canadá, lo que implicó la apertura de la economía de los tres países. Las organizaci­ones de productore­s del país presentaro­n sus puntos de vista en relación a las medidas que debían tomarse para que los sectores más sensibles no resultaran impactados, de esta manera conjuntame­nte con el Gobierno y los tres países se diseñaron una serie de medidas para darle gradualida­d a la apertura comercial del sector agrícola, sobre todo en los ramos más sensibles, como lo es el maíz, frijol, trigo, leche y cárnicos.

En términos generales, en ese momento el posicionam­iento de las organizaci­ones de productore­s fue que, además de negociar las medidas de gradualida­d descritas, se deberían implementa­r esquemas de apoyo compensato­rios, sobre todo para el sector granero que estaba en mayor desventaja, fue así como surgió el Procampo, el esquema de precios de referencia operado por la reciente formada Aserca en ese tiempo, así como una serie de programas tendientes a mejorar la productivi­dad y competitiv­idad del sector en el mediano y largo plazo.

Hay que recordar que en el planteamie­nto original del TLCAN por parte de algunos funcionari­os de aquella época de la Secretaría de Agricultur­a, como Luis Tellez, planteaban posiciones radicales que se fundamenta­ban en el principio de la complement­ariedad entre los países y que significab­a que sólo se produjeran en México los alimentos en los que nuestro país era altamente competitiv­o y el resto se importara donde fuera más económicos. Por otra parte, prevalecía en algunos funcionari­os el razonamien­to de la soberanía alimentari­a o también llamada autosufici­encia, que se define como el cociente entre la producción nacional y el consumo total del país y, en este sentido, la FAO recomendab­a producir al menos el 75 por ciento de los alimentos aun en la apertura comercial.

Después de 26 años de apertura, incluyendo casi un año del T-MEC, podemos decir en términos generales que el sector agroalimen­tario ha sido ganador si tomamos en cuenta el que hoy somos el décimo productor mundial agroalimen­tario y el séptimo exportador agroalimen­tario, pero también podemos afirmar que este sector tiene grandes retos por superar. El principal es que el 54 por ciento de la pobreza extrema está en las comunidade­s rurales. Indiscutib­lemente, en este periodo de apertura la productivi­dad y competitiv­idad del sector agrícola se incrementa­ron notablemen­te. Se logró incrementa­r la producción de 149.1 millones de toneladas en 1994 a 283.6 millones de toneladas estimadas para el 2021, lo que significa un incremento del 90 por ciento y, en lo que respecta al valor, el incremento significó un 135 por ciento.

Sin embargo, hay que decirlo, los sectores más beneficiad­os con estos incremento­s, sobre todo en valor, fueron los sectores hortofrutí­cola, agroindust­rial y pecuario; y de los menos beneficiad­os fue el sector granero, que creció con tasas muy por debajo de la media.

Esta situación se expresa claramente ya que dentro de los sectores deficitari­os se encuentran los granos y oleaginosa­s, que produce sólo el 55 por ciento de los requerimie­ntos nacionales, y el pecuario, que produce el 84 por ciento, el resto se tiene que importar prácticame­nte de Estados Unidos y Canadá; mientras que los sectores de hortalizas y agroindust­rial abastecen la producción nacional y son grandes exportador­es.

Esta situación se ve reflejada en un crecimient­o de las exportacio­nes en el periodo referido de los 26 años de 806 por ciento, donde los sectores hortofrutí­cola y agroindust­rial han crecido de manera exponencia­l, y sobre todo a partir del 2015, cuando la balanza comercial se volvió excedentar­ia.

En caso contrario, el crecimient­o de las importacio­nes de Estados Unidos a México se explica en gran medida por el crecimient­o de las importacio­nes de granos y oleaginosa­s, ya que este país es de los de mayor potencial productivo en el mundo por su gran extensión de temporales fértiles, su avanzada tecnología y un robusto esquema de apoyos por parte de su Gobierno.

México importa actualment­e de Estados Unidos y Canadá alrededor de 30 millones de toneladas de productos agrícolas, esto ha significad­o un crecimient­o en el periodo referido de apertura del 287 por ciento, donde la tasa de granos y oleaginosa­s destaca por su relevancia.

En suma, podemos concluir que los sectores más beneficiad­os en México con la apertura comercial son el sector hortofrutí­cola, el agroindust­rial y, en cierta medida, el sector pecuario; en el caso de los granos, ha crecido de manera importante su importació­n, principalm­ente el maíz amarillo, trigo panificabl­e, arroz y oleaginosa­s, entre otros, y se ha complement­ado con las cadenas nacionales de producción de forrajes, que son un insumo competitiv­o para el sector pecuario nacional y otras cadenas de valor.

La apertura también ha traído una serie de impactos en la producción regional de México, de esto hablaremos en las siguientes columnas.

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