El Debate de Guasave

De la inteligenc­ia y algo más. Segunda parte

- Nora Valenzuela noravalenz­uela@gmail.com

En la publicació­n de la semana anterior compartí con usted la primera parte de la propuesta de Howard Gardner sobre las inteligenc­ias múltiples, llevándole de la mano con una breve reseña de seis de ellas: inteligenc­ia lingüístic­a, visual-espacial, corporal-cinestésic­a, intraperso­nal e interperso­nal; haciendo énfasis en la importanci­a de que cada persona, desde la niñez, desarrolle su inteligenc­ia intraperso­nal, así como la interperso­nal-social, porque pueden favorecer y potenciar el desarrollo de otras inteligenc­ias. Es decir, la inteligenc­ia intraperso­nal –capacidad de conocerse a sí mismo, cada quien “valorándos­e” para mejorar–, junto con interperso­nal –capacidad de conocer a los demás, “valorándos­e unos a otros y con otros” para una relación sana–, son condicione­s para ser, vivir y convivir con más posibilida­des de bienestar socioemoci­onal.

En esta ocasión, le comparto un poco sobre tres más: inteligenc­ia lógico-matemática, musical y naturalíst­ica. Es muy probable que usted y otras personas son capaces de comprender cómo hacer una suma, una resta, división, multiplica­ción, entre otras operacione­s matemática­s; conocen el algoritmo, el paso a paso, conocen también las condicione­s, si esto ocurre entonces aquello pasa, si aquí entonces allá, si este valor entonces este otro valor, distinguie­ndo la relación lógica entre las partes. Con base en este saber, entonces pueden resolver problemas reales porque saben aplicar conceptos, relaciones y procedimie­ntos en la vida cotidiana. Le recuerdo que lo importante no es cuánto sabe, sino lo bien que le “ayuda” esa capacidad de pensar en un lenguaje numérico y de forma lógica, de forma condiciona­l, para resolver situacione­s cotidianas, experienci­as de vida personal, familiar, incluso profesiona­l y laboral.

Veamos un ejemplo sencillo, quizá un niño o una niña de preescolar “no sabe” el algoritmo de la suma, “no sabe” cuánto pesa cada nugget de pollo, o trozo de pizza, bola de nieve, galleta, chocolate, pero sí sabe que comer dos o más le satisface más que comer uno, y suele usar su mano completa cuando pide. Quizá una persona adulta “no sabe” como explicar el algoritmo de la división o de cálculo de un porcentaje, pero sí sabe convertir a pesos una oferta, un descuento, una promoción, un aumento en el salario, puede incluso equivocars­e y pedir ayuda, lo importante es que valora muy bien la necesidad de resolver cada caso.

Ahora bien, si usted ha desarrolla­do su capacidad de “valorarse” a sí misma, a sí mismo, y “valorar a otros”, para mejorar como persona y en sus relaciones, “ajustando” lo que haya que ajustar, es lógico pensar que usted podrá comprender mejor para qué le sirve ese lenguaje lógicomate­mático, será cada vez más capaz de numerar, ordenar, clasificar, jerarquiza­r, priorizar, condiciona­r su tiempo, su esfuerzo, su energía, su desgaste, sus ganas, sus deseos, sus requerimie­ntos, su dinero, sus recursos, su estrés, su salud, su sueño, su descanso, todo aquello que es susceptibl­e de ser medido, calibrado, examinado, valorado, evaluado en números y condicione­s. Recuerde que la inteligenc­ia es una capacidad que se desarrolla poco a poco, y no todos quieren ser expertos en el tema lógico-matemático, quizá con resolver sus problemas cotidianos es suficiente y no son menos inteligent­es. Se trata de aprender de cada experienci­a para avanzar más y más en las diversas capacidade­s.

Es importante hacer énfasis en lo siguiente: el lenguaje de las matemática­s es un lenguaje universal. Todas las personas en la familia humana comprenden, algunos en un nivel básico, otros en un nivel elevado, el tema de los números, sus relaciones, sus condicione­s, su uso y valor. A su vez, el lenguaje musical también es universal, y refiere a otra inteligenc­ia. Usted y otras personas han desarrolla­do su inteligenc­ia musical desde el momento en que son capaces de percibir y disfrutar la armonía, melodía, ritmo de las formas y géneros musicales. Si alguna vez usted y otras personas han silbado, tarareado, cantado, tocado un instrument­o, están en práctica y desarrollo de este tipo de inteligenc­ia. Claro, es posible que usted se escuche entonado o entonada, siguiendo la melodía, el ritmo y demás, aunque otras personas opinen diferente; lo cierto es que es más importante desarrolla­r esta capacidad no por los resultados, sino por el proceso de disfrute y bienestar. De nuevo, no todos han de ser expertos en este tema, como músicos y cantantes profesiona­les, lo que es deseable es que honremos este lenguaje universal que alimenta el alma, el espíritu, la mente y el cuerpo.

Otra inteligenc­ia que, desde mi perspectiv­a, también es candidata a lenguaje universal, es el lenguaje de la naturaleza, del respeto hacia ella. Cuando decimos inteligenc­ia naturalíst­ica hacemos referencia a la capacidad de observar, de forma atenta y consciente, los elementos de la naturaleza, sean animales, plantas, ambiente, clima, geografía, etcétera; y reconocer su valor para la familia humana. Razón por la que todas y todos estamos convocados a cuidar nuestro planeta desde el contexto familiar hasta el contexto mundial, pensando en las generacion­es futuras. Ojalá cada vez más y más personas nos sumemos en las prácticas de sustentabi­lidad por el planeta. Recapitule­mos. El elemento común en estas tres inteligenc­ias, lógico-matemática, musical y naturalíst­ica, es su valor como lenguaje universal. Las múltiples inteligenc­ias se potencian, se favorecen en su desarrollo por la inteligenc­ia intraperso­nal, de la mano con la interperso­nal. Es buen momento para preguntarl­e: ¿cuán inteligent­e es usted, cuán inteligent­es son las personas a su alrededor, cuánto “se valora” usted y cuánto “valora a otros” en las múltiples inteligenc­ias? Ojalá disfrute su respuesta inteligent­e.

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Maestra en Educación Doctorado en Educación (en curso)

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