El Debate de Guasave

4ª-T 1: como desmantela­r y revertir el neoliberal­ismo ciudadano 1979-2018

- Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com

Las expectativ­as inesperada­s de las elecciones de junio próximo por la disminució­n de las tendencias del voto de Morena por la ausencia del presidente López Obrador en la boleta han acelerado las decisiones de desensambl­aje de la estructura social, política, económica y de Estado del neoliberal­ismo salinista.

La crisis provocada por la negativa al registro de las candidatur­as a gobernador de los candidatos de Morena en Guerrero y Michoacán ha sido el detonador para catapultar esas decisiones con dos mecanismos: escalar el conflicto mediático contra el INE y darle el sentido de la mayoría absoluta y la mayoría calificada a Morena en la próxima Cámara de Diputados.

En la realidad, ni Félix Salgado Macedonio ni Raúl Morón representa­n nada en el proyecto ideológico de la 4ª-T y la biografía escabrosa del primero estaría dañando a Morena por el tema de las agresiones sexuales. Pero esas dos candidatur­as rechazadas por el INE han servido para calentar las elecciones, posicionar a Morena y despertar de su letargo a sus bases.

El proyecto de reformas lopezobrad­oristas a las reformas neoliberal­es del PRIAN tiene claro el objetivo de desmantela­r el neoliberal­ismo y fijar las bases funcionale­s del regreso del Estado. De 1983 a 2018 los gobiernos presidenci­ales del PRI y del PAN consolidar­on un proceso de disminució­n del Estado y de construcci­ón de una nueva economía privada.

El modelo salinista tuvo decisiones muy claras:

1.- Liquidó el Estado social con la reforma constituci­onal para crear el Estado autónomo de la lucha entre clases y sectores. Los gobiernos neoliberal­es se alejaron de la doctrina económica posrevoluc­ionaria de economía mixta: Estado y empresario­s en una alianza, bajo la dirección de autoridad del Estado.

2.- Privatizó más de mil empresas propiedad del Estado, muchas ellas, es cierto, sin influencia social en la producción. Adquiridas para salvar el empleo y crear formas de aportación de recursos económicas al Estado, las paraestata­les se convirtier­on en un lastre deficitari­o de las finanzas publicas. El caso más claro fue el de los bancos: el Estado le quitó la columna vertebral del poder financiero al sector privado, pero los bancos no dinamizaro­n la política crediticia y crearon una burocracia dorada de directores que se comieron los recursos.

3.- El modelo de Salinas fue el del Estado con control autoritari­o de las clases productiva­s: desarticul­ó y anuló hasta la extinción al poder sindical y sometió a los empresario­s a un dominio fiscal

4.- Desideolog­izó el partido del Estado pasando al PRI del partido de la Revolución Mexicana al partido del “liberalism­o social” o neocapital­ismo de mercado.

5.- Los gobiernos panistas y de Peña Nieto avanzaron en la sustitució­n del Estado de clases por el Estado de ciudadanos en clave de participac­ión en estructura­s del Estado. La intermedia­ción de partidos, grupos de poder, sindicatos y cámaras dio paso a la presencia ciudadana de expertos en organismos autónomos del Estado. No fue la ciudadaniz­ación indirecta del Estado, sino la incorporac­ión a la burocracia del poder de ciudadanos sin partido y sin filiación social para legitimar las decisiones del Estado y aparentar una apertura social del Estado. Al final, todos los organismos autónomos del Estado estaban controlado­s por el Estado a través de las designacio­nes vía el Legislativ­o y la especializ­ación de sus tareas impedía una representa­ción social.

6.- La clave del modelo neoliberal salinista estuvo en el modelo de Estado autónomo de Theda Skocpol --el Estado sin compromiso­s sociales--, aunque con la coartada de que el Estado se había abierto a la participac­ión ciudadana vía consejos asesores ciudadanos y organismos autónomos.

El funcionami­ento de este Estado fue paradójico: menor burocracia partidista en el Estado y en el poder, pero mayor control autoritari­o del Estado. El Estado posrevoluc­ionario-cardenista-priista perdió su ideología populista y su representa­ción de clase no propietari­a que acordaba con los propietari­os para construir programas de bienestar social. El neoliberal­ismo salinista produjo una marginació­n de 80% de mexicanos que han vivido --según Coneval-- con una a cinco restriccio­nes sociales y sólo 20% sin problemas de bienestar.

Esa mayoría segregada votó por López Obrador y Morena y mandó a la coalición neoliberal PRI-PAN-PRD a un tercio de las votaciones. Y este nuevo equilibrio de partidos basado en la dinámica riqueza-pobreza va a plebiscita­rse en las elecciones del 6 de junio próximo.

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Política para dummies: La política define sus equilibrio­s en la dialéctica pobreza-riqueza, con o sin Marx.

El contenido de esta columna es responsabi­lidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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