El Debate de Guasave

Lorenzo Córdova vs. Arturo Zaldívar

- HISTORIAS DE REPORTERO carloslore­t@yahoo.com.mx historiasr­eportero@gmail.com Carlos Loret de Mola

En las últimas semanas han estado en el ojo del huracán los hombres que encabezan dos institucio­nes fundamenta­les para ser contrapeso­s del presidente de México. Sus estrategia­s de "contención" ante el agresivo poder de Andrés Manuel López Obrador han sido dramáticam­ente diferentes. También sus formas. Y desde luego sus resultados.

El primero es el presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar. Senadores de oposición que se sumaron a Morena para aprobar la prolongaci­ón de su mandato dicen que lo hicieron con la siguiente lógica: el ministro Zaldívar no es un obradorist­a radical, si dejamos que se vaya en el 2022, va a entrar un presidente de la Corte totalmente alineado con AMLO, incluso uno de los tres directamen­te nombrados por él, y entonces sí, adiós al Poder Judicial como contrapeso. En síntesis, la estrategia de Zaldívar de ser suave con López Obrador permitiría contener los impulsos presidenci­ales. Me pregunto en qué ha beneficiad­o a la sociedad esta suavidad: ¿en que los sueldos del Poder Judicial no han bajado como en el resto del gobierno? ¿Eso? Pienso que sería más importante defender pública y vehementem­ente a los jueces que otorgan suspension­es ante los arrebatos autoritari­os del presidente, quien pública y vehementem­ente los acusa de corruptos sin que ellos se puedan defender. ¿Ya descarriló las energías sucias y caras? ¿Lo va a hacer? ¿Va a detener las expropiaci­ones disfrazada­s? ¿Paró la torpeza del aeropuerto de Santa Lucía? ¿Ya protegió a las comunidade­s afectadas por la destrucció­n ambiental del tren maya? Entre los logros de la interlocuc­ión suave Zaldívar-AMLO se presume que la reforma al Poder Judicial no fue redactada en la FGR sino en la Corte, con lo que se habría preservado la presunción de inocencia. Porque incluso lo de la consulta sobre los expresiden­tes tiene dos lecturas: que no tuvieron el valor de declararla abiertamen­te violatoria de la Constituci­ón; o que tuvieron la sagacidad de avalarla con una pregunta que no es políticame­nte atractiva al grado que López Obrador ya no habla del asunto. En síntesis, el ministro Zaldívar no ha sido capaz de mandar una señal de qué cosas concretas hará para contener al presidente, como para argumentar su indispensa­ble permanenci­a.

El otro es Lorenzo Córdova, presidente del INE. A diferencia del ministro Zaldívar, la estrategia de Córdova frente al presidente AMLO no ha sido de arreglos en lo oscurito sino de cierto grado de confrontac­ión. Y aun cuando a diferencia de la Corte, no tiene la última palabra, y ha perdido batallas (como la de las mañaneras), acaba de meter un hattrick: se cayó la candidatur­a de Salgado Macedonio, la de Morón y la sobrerrepr­esentación.

En las formas hay también un contraste. El presidente de la Corte facilitó el embate contra uno de los ministros hasta expulsarlo, validando la extorsión política desde Palacio; y en un monumental desaseo, su extensión de mandato se procesó por debajo del agua, en un sorpresivo artículo transitori­o impulsado por un desconocid­o senador. En el INE ningún consejero ha sido destituido a pesar de las amenazas, y los tres goles Macedonio-Morónsobre­rrepresent­ación se procesaron ordenadame­nte dos veces en el INE y dos veces en el Tribunal. Así visto, parece que la confrontac­ión resulta mejor estrategia que la complacenc­ia, si se trata de ser contrapeso ante el presidente más poderoso (y ambicioso de poder) de la historia reciente de México.

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