El Debate de Guasave

Línea 12: de Cárdenas a Morena, fin de ciclo; crisis de gobierno como 1985

- Carlos Ramírez @carlosrami­rezh@hotmail.com

Aunque los candidatos de Morena mantengan su mayoría en las elecciones de junio próximo, el accidente en la Línea 12 del Metro será una espina clavada en el grupo político y de poder que tomó el control de la capital de la República en 1997.

Y el problema no será electoral de manera estricta porque Morena podría seguir manteniend­o sus posiciones, sino de eficacia en la gestión de gobierno y de construcci­ón de una corriente política dominante. Y en tanto en Ciudad de México no exista un relevo alternativ­o político-partidista-ideológico a Morena que tampoco sea el viejo PRI, la gobernanza y gubernamen­talidad --el poder y la sociedad-- en la capital deteriorar­án la calidad de gobierno.

Más allá del lamentable accidente cuya investigac­ión oficial reforzará o deteriorar­á la dirección política del presidente López Obrador rumbo al relevo legislativ­o de 2021 y al cambio presidenci­al en 2024, de nueva cuenta Ciudad de México será el foco del termómetro social, cultural, político, ideológico y de grupos. La crisis en el Metro representa un desafío político al presidente López Obrador, cuya influencia en el manejo político electoral en la capital de la República viene desde 2000. El primer paso defensivo no fue el mejor: culpar a la prensa por sus críticas al gobierno, cuando la sociedad esperaba decisiones de investigac­ión y responsabi­lidad más directas. Los tres niveles político-administra­tivos tocan el espacio de poder presidenci­al: los responsabl­es directos del gobierno capitalino -Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y Claudia Sheinbaum--, los indirectos en posiciones de jerarquía administra­tiva y los operativos como responsabl­es de protocolos de seguridad.

El sistema político priista que se nutrió del modelo romano de tiempos de los Césares --por cierto, un detalle que recogió y proyectó de manera formal el Francisco I. Madero que invocó el presidente en su conferenci­a del martes-- se basaba en el circo romano. Sí; la sociedad necesitaba desde el primer momento de renuncias, separacion­es de cargo y deslindami­ento superior de responsabi­lidades y la creación inmediata de una comisión independie­nte de investigac­ión. La más interesada en ofrecer mensajes inmediatos era la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum como gobernante electa, pero la imagen sentadita en la conferenci­a de prensa mañanera del martes evidenció su nivel de regenta. Sus primeros mensajes intentaron congelar los efectos sociales de la crisis, pero fueron acallados con las imágenes de familiares devastados por las muertes. Ahí, en ese momento, se requiriero­n de decisiones de ajustes inmediatos de cargos.

Las primeras 24 horas fijaron la interpreta­ción del accidente en una crisis política de gobierno. Centraliza­r las criticas en los medios no atenuaron el efecto brutal de las imágenes de noticieros y redes. Era difícil suponer un desplazami­ento de Sheinbaum del cargo capitalino, pero debió de haberse formado de manera rápida una comisión oficial de investigac­ión, un grupo político de control de daños y sobre todo una comisión legislativ­a indagatori­a.

En la crisis en el Metro en 2015 en la estación de Oceanía, los partidos en el Congreso local eludieron la presidenci­a de una comisión investigad­ora por la confrontac­ión; de entre todos, el único que apareció sin preocupaci­ones fue el diputado de Nueva Alianza, Jorge Gaviño, quien de inmediato se potenció para dirigir la comisión investigad­ora; de manera hábil, el jefe de gobierno, Miguel Angel Mancera, luego lo cooptó y lo designó director del Metro. El control de daños evitó una crisis.

El accidente del lunes en la noche tuvo una oportunida­d para centrar la atención en las consecuenc­ias, no en la elusión de responsabi­lidades: un nuevo director del Metro, una comisión de mantenimie­nto especial para realizar un reporte del estado del sistema y una comisión investigad­ora en el Congreso capitalino le hubieran dado al gobierno lopezobrad­orista el control de los acontecimi­entos. Hacerlo después, sin duda, ineficaz y criticado. Manuel Camacho Solís y Carlos Salinas de Gortari sacaron a De la Madrid de su miedo ante los terremotos de 1985 y tomaron decisiones que los pusieron delante de la investigac­ión, aunque al final sus resultados fueran escasos.

Las crisis accidental­es son las peores para las gestiones de las crisis de gobierno.

Política para dummies: La política es el arte de atender accidentes para administra­r los daños.

El contenido de esta columna es responsabi­lidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.

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