El Debate de Guasave

La autobiogra­fía hecha literatura

- KORINA CALDERÓN GASTÉLUM korinacald­eron@insolito.com.mx

El regreso del pasado duele, aunque nunca deje de girar el tiempo y seamos otros cuando nos encontramo­s con él. Las novelas lubrican esas vueltas y la memoria pinta de otro color lo sucedido, eso hace Mónica Lavín en su libro Todo sobre nosotras, publicado en el 2019. Al leer el encuentro de cuatro amigas mexicanas en Portugal recordamos otros relatos similares y a nuestra propia juventud. Ellas se sentaron en torno a una mesa a celebrar sus sesenta años, mientras tomaban buen vino y recordaban el terremoto de 1985 que sacudió a la Ciudad de México. Entonces sus miradas lozanas fueron testigos de derrumbes de cemento y de almas, las suyas pensaron que estaban cubiertas de costras lo bastante duras para que la memorable reunión solo fuera la reconstruc­ción de un tiempo vivido, pero las sorpresas se colaron entre las uvas, los quesos añejos y la presencia de los muertos, porque las palabras los hizo recobrar la vida y compartir sus secretos. Desconozco si Lavín nos cuenta un trozo de su existencia en este relato, pero sospecho que sí y por eso me vienen a la mente otras historias. En cualquier novela los personajes sufren transforma­ciones estructura­les, además, existen muchas narracione­s que abarcan desde la juventud hasta la vida adulta. Pero esa amplia temporalid­ad no da para clasificar­la, pero sí la forma en que se cuenta. Comienzo por decir que no hay novedad en contar la propia vida, lo que puede cautivar es cómo se hace. Los ejercicios literarios de J. M. Coetzee y León Tolstoi ponen al descubiert­o las cicatrices que dejan en el adulto la infancia y la juventud, el primero utiliza el cedazo del tiempo y los diálogos para reinterpre­tar el pasado, aunque escriba en el presente. El segundo recurre al monólogo interior. Los dos lograron que los pasos de un ser humano, cada uno en su época, cautiven cuando se convierten en literatura. Sus rostros nos van contando lo que les pasa y eso justamente es lo que quieren contar las cuatro protagonis­tas de Todo sobre nosotras. En Infancia, Juventud y desgracia de J.M. Coetzee, el autor nos cuenta su vida en la Sudáfrica de los años cincuenta. El protagonis­ta quiere saber quién es y esa definición estará dada por su entorno y por el tipo de relaciones que establece con su familia. Utiliza el presente continuo, y a veces, la tercera persona. También introduce mucho el diálogo. Estas dos voces, a veces, nos hacen pensar que es otro quien narra la historia, en eso radica su magia; quizás la alcanza porque dejó pasar mucho tiempo entre lo que vivió y el momento en que nos lo cuenta.

En Infancia, adolescenc­ia, juventud (1852, 1854 y 1857), León Tolstoi, utiliza la introspecc­ión para atrapar sus recuerdos y hablarlos de él en la Rusia del Siglo XIX. Su mundo interior nos da cuenta, de nuevo, de sus relaciones con la familia y con la sociedad que le tocó vivir. En estas tres novelas los eventos se convierten en clímax porque suceden al lado de la juventud, el amor, la maternidad, la depresión y las relaciones humanas materno filiales. Pero lo interesant­e es descubrir hasta dónde logra el escritor mostrar cómo se desenvuelv­en estos asuntos adentro de sus personajes, mostrando, insisto, su cotidiano. Si hay más acción que descripció­n, será la historia misma quien hable y eso no es fácil hacerlo. En suma, Lavín como los otros dos escritores dotan de una personalid­ad única sus personajes y hace que los conozcamos a través de las acciones que emprenden todos los días.

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