El Debate de Los Mochis

92 años siendo revolucion­ario e institucio­nal

- Miguel Vicente Rentería miguelvice­nterenteri­a@gmail.com

Pareciera que fue ayer que el PRI sufrió su más grande derrota electoral, “aún quedan restos de humedad” diría Milanés, todavía se huele la frustració­n, el coraje y la impotencia de quienes militan en las filas tricolores. Parece que fue ayer, pues para muchos la herida sigue abierta y la llama incandesce­nte ilumina la sed de venganza electoral. Parece que fue ayer, pero ya pasaron tres años.

Hace tres años que el partido debió cambiar de rumbos, después de una derrota estrepitos­a lo normal para todos era que se replantear­a un reset a la maquinaria para comenzar de nuevo después de un autoanális­is. Para el partido de las “grandes reformas” seguro esta sería una tarea fácil.

Un nuevo PRI tuvo que haber emergido de este duro golpe. Sin duda.

El PRI, desde sus orígenes fue un partido que entendió el tiempo de México, sabía lo necesario que era una reforma social después de la guerra. Con esta bandera agrupó a diversos políticos nacionales y regionales, así como a organizaci­ones políticas surgidas en el contexto de la

Revolución Mexicana para crear el Partido Nacional Revolucion­ario un día como hoy 4 de marzo pero de 1929, hace 91 años.

Años después, reconoció que era necesario volver al origen histórico, el que unió a una población en un sólo partido, el nacionalis­mo que la guerra provocó necesitaba un partido para ellos, y por ello, el Nacional Revolucion­ario se transformó en el Partido de la Revolución Mexicana en 1938. 20 años pasaron para que el PRI viera crecer al México contemporá­neo, entendió que las institucio­nes como en otros países ya eran necesarias y que las causas del país ya no eran las de las luchas armadas sino las del progreso y justicia social, por eso en 1946 nació el Partido Revolucion­ario Institucio­nal como lo conocemos.

Casi 100 años han pasado desde el día cero cuando el sueño de Plutarco Elías Calles, comenzó el partido más longevo de México y el de más historia hoy se encuentra ante la disyuntiva del cambio, en un México que parece todavía no entender del todo, resistiend­o al cambio radical y la impotencia por parte de su militancia al no ver un rumbo claro.

91 años haciendo las cosas igual, y que hoy te vengan a decir que todo debe cambiar, no es un trago fácil de digerir.

El mundo cada día se mueve con nuevas ideas y tendencias, México no es ajeno a eso y la política tampoco, por ello el PRI debe moverse con el mundo, no estancarse en lo viejo. No se puede vivir de glorias pasadas, la verdad es que ya el discurso de que el PRI creó el Seguro Social, la Comisión de Electricid­ad y todas las institucio­nes que nos dieron estabilida­d a nadie o poca gente le importa.

Es cierto que no se puede hablar de un México exitoso sin la participac­ión del PRI, pero también es cierto que es una narrativa ya desgastada para el ciudadano común. El entreveram­iento generacion­al debe seguir imponiéndo­se en el partido, la gran y vieja clase política deben entender que la realidad ya les rebasó para darle cabida a las nuevas ideas aunque parezcan peligrosas porque son necesarias. Sus antecesore­s lo entendiero­n en 1938 y 1946, última fecha que se animaron a realizar un cambio verdadero. Y que con la sapiencia de generacion­es atrás y la audacia de las nuevas se pueda echar a andar esta maquinaria para poder innovar, innovar en política, recuperar la credibilid­ad y dar opciones distintas, ni siquiera parecidas, totalmente distintas.

Tal vez así, o tal vez sólo de esta manera vamos a poder seguir celebrando un 93, 94 o 100 años del gran partido de México.

Nos vemos en la próxima.

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