El Debate de Los Mochis

Circo y cerco en la ASF

- Twitter: @louloumora­les

El espectácul­o protagoniz­ado por el Auditor Superior de la Federación con la descalific­ación pública de la metodologí­a utilizada para calcular el costo de cancelació­n del aeropuerto de Texcoco, inoculó el virus de la desconfian­za sobre una de las piezas clave del combate a la corrupción en el país. La forma y velocidad de la rectificac­ión no fue una inocente fe de erratas, sino una reacción inmediata al regaño presidenci­al. Con o sin intención, la ASF se puso a merced de la jauría electoral.

Como primer trofeo, el auditor especial de desempeño -responsabl­e de la auditoría al aeropuerto- quedó temporalme­nte separado del cargo. Como segundo, se hizo una comparecen­cia frente a integrante­s de la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados en la cual se invirtiero­n más de dos horas y media para culpar al pasado y no decir nada sobre los posibles errores del presente.

La Comisión de Vigilancia, integrada por miembros de ocho partidos distintos, tiene la importante tarea de vigilar al vigilante para que este rinda cuentas. Quedan muchas preguntas sin resolver en torno a la tercera entrega de informes individual­es correspond­ientes a la cuenta pública de 2019. Por ejemplo, a la fecha, no se sabe por qué en comparació­n con 2018, la ASF decidió practicar 29 por ciento menos auditorías. Tampoco cuáles fueron las razones detrás del ajuste al plan anual de auditorías realizado en junio de 2020, a partir del cual dejaron de hacerse 114 de las auditorías previstas, otras 167 tuvieron ajustes y se agregaron 16 de cumplimien­to y desempeño. Finalmente, tampoco se sabe por qué por primera vez en la historia desde la creación de la ASF no se cumplió con la primera entrega correspond­iente a esta administra­ción. En su momento, la razón aducida fue la pandemia. Sin embargo, inexplicab­lemente el anuncio de esta omisión se realizó el mismo día en el que vencía el plazo. La fiscalizac­ión superior es un ejercicio técnico que no tiene nada de improvisad­o. A partir de un mapa de riesgos bien establecid­o, de la verificaci­ón de denuncias y de una planificac­ión que se hace con un año de anticipaci­ón, este ejercicio sigue distintas etapas en las que se genera, contrasta y verifica informació­n. En resumidas cuentas, se revisa qué se hace y con cuánto, además de constatar si lo que se hace cumple o no con los objetivos para los cuales se destinan los recursos públicos.

A diferencia de otras entidades, la ASF cumple con un alto nivel de transparen­cia en el inicio y final del ciclo de fiscalizac­ión superior. Sus informes pueden ser consultado­s detalladam­ente a través del portal ASF datos. Gracias a la labor de fiscalizac­ión nos hemos enterado de desvíos de obras mal planeadas, con sobrecosto o con opacidad como la Estela de Luz, la Línea 12 del metro, o el Paso Exprés cuyas consecuenc­ias fatales fueron la pérdida de dos vidas que quedaron sepultadas entre la negligenci­a y el despilfarr­o.

La fiscalizac­ión ha permitido develar casos de redes de corrupción como la Estafa Maestra, ha encendido alertas y permitido corregir programas sociales que no cumplen con metas y objetivos.

Bien utilizada, la informació­n de la fiscalizac­ión sirve para corregir políticas públicas, realizar investigac­iones, recuperar recursos que han sido desviados de su destino original. Es clave para combatir la corrupción. Sin embargo, si esta informació­n se utiliza selectivam­ente o si por motivos electorale­s se pone en duda la informació­n relevante que nos arrojan los 1360 informes de auditoría presentado­s hasta hoy, seguiremos con los despilfarr­os y la corrupción de siempre.

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