Todas las modas
Apartir del siglo XVI se inició una ruptura de lo que podemos llamar el transcurso normal de la vida y las relaciones de la humanidad forjadas por el cristianismo en las más civilizadas naciones. Eso no ocurrió como un fenómeno natural y espontáneo del devenir y de la evolución lógica y normal de los pueblos, sino una etapa de la guerra de 2000 años de los judíos contra la Iglesia, a la que se refirió el presidente Emilio Portes Gil, en el banquete del solsticio de verano de 1929, de la masonería, recién terminada la guerra contra los cristeros, a quienes el fanático rabios Adalberto Tejeda, de Veracruz, quería exterminar, porque esa actitud era la MODA revolucionaria más “avanzada” desde Juárez y los “reformadores”, “iluminados” por el fulgor progresista resplandeciente de “las luces” de la masonería, institución judía internacionalizada, feroz anticatólica, que es una de las múltiples facetas de agresión permanente, que se impone seductoramente y por todos los medios y estilos a la sociedad desprevenida, como novedades “DE MODA” y que adoptarlas indica mente abierta al progreso, inteligente y que suelen adornarse dizque para beneficio de la Nación y principalmente para ayudar a los pobres, los que en la realidad siempre son perjudicados por las MODAS, que son difundidas intensamente por la publicidad, el comercio y especialmente por las políticas de los gobernantes manipulados siempre por las organizaciones internacionales como la ONU, el PRI y el Banco Mundial, instrumentos poderosos del globalismo, que pretende borrar las nacionalidades y las tradiciones entrañables de los pueblos, para dejarlos indefensos ante la ofensiva de la revolución permanente supranacional.