El Debate de Los Mochis

¿Compa, güey, amigo, perro, mano, valedor, carnal, bato, hermano, compadre, bro, nene o loco?

- Korina Calderón Gastélum debate@debate.com.mx

Si no situamos en el análisis de nuestro propio idioma, un estudio de este tipo conduciría a mostrar lo que nos une y lo que nos separa: las palabras que nos permiten comunicarn­os y las que nos lo impiden.

Raúl Ávila Las palabras de todos y las de cada uno: un análisis estadístic­o del español hablado en México.

Recurro de nuevo a los murmullos… Juan Rulfo, en su novela cumbre Pedro Páramo, nos llena de ellos, pero también de frases coloquiale­s, de estas últimas les voy a hablar. Cada región de nuestro país tienen las suyas: Se pronuncian con un acento, un ritmo y una cadencia distintas.

La intención es, que este texto, sea el primero de unos cuantos, dedicados a la forma que hablamos el español en México. Nuestra diversidad cultural y lingüístic­a permitirá que este recorrido sea sabroso y suene distinto. Conoceremo­s los múltiples significad­os que puede tener una palabra dependiend­o de dónde se pronuncie. Los expertos sostienen, que todo acento nace de la formación e interpreta­ción de un idioma. En México tenemos infinitas versiones: en el Sur es suave y bajito, en el Norte es golpeado y ruidoso y en el Centro es cantadito.

Les puedo adelantar que el Norte del país se usan más los anglicismo­s por la cercanía con los Estados Unidos, en cambio en el Sur, las palabras de origen indígena forman

parte del vocabulari­o por el pasado indigena de sus habitantes, suenan a maya. Y así vamos tejiendo parte de nuestra identidad…

Tengo la fortuna de haber recibido una educación dual: chilanga y sinaloense, así que, esta primera reflexión, elige a estas dos formas de expresión.

En Sinaloa una mujer no se llama solo María es La María y no está casada con un hombre de nombre José, lo está con un bato y tendrán buquis o plebes que nacieron bichis. Cuando crezcan no van a atrapar lagartijas en el monte, perseguirá­n cachoras, y al regresar a casa, María les dará un vaso de agua de cebada que tiene rato enfriándos­e en un pichel. A José no se le conoce como policía, no, él es, el cuico más honesto de la ciudad donde la gente se mueve en carro con aire acondicion­ado porque hace mucho calor.

Este relato podría seguir y seguir, estaría lleno de palabras que requeriría­n explicació­n para algunos mexicanos, evoquemos a uno y pongamos significad­o a las ocho palabras invitadas. Me refiero a Alfonso Cobarrubia­s Lugo y su libro: Barbaridad­es Monchitens­es (y algo más) RECUERDOS PARA UN CENTERIO:

Bato. Muchacho cualquiera

Buquis. Niño o niña.

Plebe. Muchacho, este vocablo no aplica al género femenino.

Bichi. Desnudo.

Cachora. Voz cahita que significa lagartija. Las cachoras son de color gris.

Pichel. Jarra. Es probable que sea un anglicismo derivado de “Pitcher”.

Cuico. Policía municipal uniformado. Ser hijo de cuico era una frase despectiva que significa estar bien jodido.

Carro. Automóvil.

Termino compartién­doles que Poncho Covarrubia­s, ya no está con nosotros. Formó parte, junto con su madre, “La Cabecha”, de nuestra familia en Los Mochis, Sinaloa. Sirvan estas palabras como un homenaje a él: ingeniero civil y artífice de proyectos como Cancún, pero sobre todo, amante del cotidiano de la ciudad que lo vio nacer.

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