El Debate de Los Mochis

Certifican­do la sustentabi­lidad

- Georgius Gotsis Fontes agronegoci­os@caades.org.mx

CAADES

Como ya hemos mencionado en esta columna, los productore­s de Sinaloa tienen un compromiso con el futuro. Un compromiso con sus clientes, con sus empresas, con sus colaborado­res, con el medio ambiente y, por supuesto, con el planeta. La única manera de sellar ese compromiso es alcanzando un pacto y equilibrio entre la inocuidad, la responsabi­lidad social (RS), el cuidado de recursos y del ambiente, es decir, con la sustentabi­lidad.

Se han dado pasos agigantado­s en los últimos 20 años en inocuidad y RS. No solo se llevan a cabo prácticas que aseguran el cumplimien­to de criterios en los aspectos mencionado­s, sino que las miden y mejoran. Esto lo hacen por medio del cumplimien­to de certificad­os reconocido­s por entes de gobiernos y compradore­s y avalados por el Global Food Safety Initiative. Algunos de los más populares son Primus GFS, SQF, Global Gap, SMETA, CEAR, DEALTI, HACCP, entre otros.

Sin embargo, aunque con estos certificad­os abarcan una gran cantidad de criterios de sustentabi­lidad, no están enfocados en ella. De ahí la necesidad, insisto, de pensar en el futuro e implementa­r criterios y certificad­os adicionale­s que nos permitan cerrar el círculo.

¿Existen dichos certificad­os? Platicando con uno de los expertos de mayor prestigio en sustentabi­lidad, el Dr. Jorge Humberto Siller Cepeda, descubrí que existen dichos certificad­os que son de talla internacio­nal y con decenas de importante­s empresas multinacio­nales participan­do. A continuaci­ón hablaremos de GRI Global Reporting, del Sistema B y de FoodPrint.

Global Reporting (GRI) es uno de los estándares más reconocido­s a nivel mundial en sustentabi­lidad. Es tan amplio que audita criterios que van desde anticorrup­ción hasta uso del agua, desde biodiversi­dad hasta seguridad en el trabajo, desde pago de impuestos hasta emisiones de carbono. Cabe destacar que más que un certificad­o, es un reporte, donde la empresa se atreve a mostrar abiertamen­te su situación, con el compromiso de mejorar. El reporte se divide en 5 secciones: GRI101 Fundamento­s, GRI102 Informació­n contextual de la organizaci­ón, GRI103 Enfoque Gerencial, GRI200 Economía, GRI300 Ambiente, GRI400 Social. Cada uno con sus criterios a reportar. Para más detalles y bajar el standard completo visita: www.globalrepo­rting.org

Por otro lado tenemos el Sistema B cuya visión es “crear un sistema económico inclusivo, equitativo y regenerati­vo para todas las personas y para el planeta. “Es decir, vernos todos como un solo organismo vivo. Más de 3700 empresas el mundo y casi 700 en América Latina participan en el programa y son B Certified. Es decir, cumplen con una serie de criterios medibles y certificab­les en temas de transparen­cia, impactos sociales y ambientale­s. Son empresas que van más allá de la generación de dividendos económicos, pero también de dividendos para colaborado­res y el planeta. Este certificad­o es evaluado y otorgado por una tercera parte B Lab de Estados Unidos. Empresas populares que segurament­e conoces como Coursera, Toms, Patagonia, entre otras, cuentan con este certificad­o. Para más informació­n puedes visitar www.sistemab.org.

Otro reporte muy popular es el Food Print Report (FPR). ¿Qué hay detrás de un tomate, un pepino, un pimiento, un mango y un elote? Hay uso de tierra, agua, electricid­ad, mano de obra e insumos. Food Print es básicament­e qué tanto daño hace al ambiente y qué tanta energía usa la producción de nuestros alimentos. ¿Cómo son los vegetales sustentabl­es y qué revisa el FPR? Son saludables y nutritivos. Son producidos en una empresa que: cuida el medio ambiente; maximiza la salud de los suelos; incrementa la biodiversi­dad; no usa pesticidas; minimiza la contaminac­ión del agua; desarrolla cultivos que se adaptan al cambio climático; apoya a pequeños productore­s y provee un ambiente de trabajo sano con sueldos dignos. Desconozco si hay empresas hortofrutí­colas en Sinaloa, incluso en México, que cuenten con algún certificad­o o reporte en sustentabi­lidad. Lo que es una realidad es que no falta mucho para que sean obligatori­os por parte del comprador y el consumidor. La historia nos dice que así será. Pero, ¿deberíamos dar el primer paso para obtenerlos? ¡Claro! Primero por convicción y segundo porque pronto tendremos que hacerlo obligatori­amente. Además, es una oportunida­d, como siempre lo han hecho los productore­s de Sinaloa, de demostrar que somos pioneros en innovación, calidad y responsabi­lidad.

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