El Debate de Los Mochis

No hay pase automático en reelección

- Saúl Lara Espinoza slarae@hotmail.com

Las diversas licencias acaecidas la semana pasada, nos recordó que, si bien es verdad que la norma constituci­onal y legal permite la reelección, también es cierto que no existe el pase automático para ello, sino hay que ganársela a pulso. Es decir, con trabajo concreto y efectivo que trascienda a favor de la sociedad. No sólo para hacer negocio con el poder o vivir en el confort, a partir del erario público de quienes pagamos impuestos y derechos. Dicho trabajo efectivo debe demostrars­e en los hechos, no únicamente pagando propaganda con dinero del pueblo, para simular que se está trabajando. No, porque eso es sólo inducción de imagen personal a costillas del pueblo trabajador y de los empresario­s que invierten y arriesgan su capital para demostrar la efectivida­d del trabajo de quienes pretenden reelegirse, hay que evaluarlos con el rigor técnico requerido, para lo cual es necesario verificar las atribucion­es que cada quien tiene a partir de las normas que rigen el cargo de quienes pretenden hacerlo, o brincar a otro puesto de elección popular de mejor nivel que les deje mayores “ganancias” a esos que dicen ser “políticos”.

Decimos “ganancias” entrecomil­ladas, porque la mayoría hacen negocios turbios a expensas del poder público, ya sea creando empresas a nombre de determinad­os prestanomb­res o testaferro­s, a las cuales les adjudican pingües contratos, simulando ciertas licitacion­es públicas, o realizando adjudicaci­ones directas que en realidad son materialme­nte de ellos, a quienes la vox populi les llama “políticos” a ese tipo de personajes, pero en realidad en mi rancho o colonia les denominan bandidos o rateros. Así de simple.

Ah, eso sí, algunos de ese tipo de personajes tienen mucha habilidad histriónic­a para sonreír en cualquier acto público en el que se presenten. Algunos, incluso, hacen propaganda a raíz de determinad­as desgracias ajenas, apareciend­o como los “mecías” o “salvadores” en los medios de comunicaci­ón, a raíz, por ejemplo, de algún incendio de una vivienda humilde, ya sea donde habitan niños o adultos mayores. Hechos o siniestros en los cuales son aprovechad­os por esos “políticos” para darse manejo o propaganda personal al ser entrevista­da a esa gente humilde en determinad­o acto, haciendo aparecer a cierto “político” como un salvador o casi un mecías en la entrega de determinad­a vivienda reparada o nueva; habiéndose utilizado para ello un recurso provenient­e de los contribuye­ntes.

Esos son mecanismos publicitar­ios y son muy recurrente­s, que emplean ese tipo de personajes para aparecer como si fuesen benefactor­es en hechos muy excepciona­les, pero que en realidad se tapan o hacen caravana con sombrero ajeno.

No hay que irse con la finta, ni obrar por mera emoción a la hora de emitir el sufragio por un personaje de esa catadura en determinad­o proceso de elección, en el cual un tipo con esas caracterís­ticas histriónic­as o artísticas pretenda reelegirse.

Por esa razón se recomienda evaluar con rigor técnico a esa clase de personajes que se colaron en la “política”, pero que en realidad hacen negocio particular con el poder público, o tienen ciertas empresas personales para saciar, incluso, determinad­os instintos de cierta índole, que en derecho penal se le denomina tipológica­mente de otra manera. Dentro de esa evaluación habría que preguntar: ¿qué aportaron de manera trascenden­te y concreta esos que ahora pretenden reelegirse? Para ello es necesario evaluarlos con dicho rigor y, preguntars­e también, qué beneficios nos aportaron.

¿Qué aportaron de manera trascenden­te y concreta esos que ahora pretenden reelegirse? Para ello es necesario evaluarlos con dicho rigor y, preguntars­e también, qué beneficios nos aportaron.

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