El Debate de Los Mochis

¡Morena censura la parodia política y mata a Palillo!

- Ricardo Alemán itinpol@yahoo.com.mx

Ya no les basta con haber convertido a todos los medios públicos federales en propagandi­stas del partido oficial, del presidente y de su desaseado y desastroso Gobierno.

No les basta con el circo mañanero y con el montaje mentiroso en que han convertido la propaganda en cadena nacional de las llamadas “mañaneras”.

No es suficiente con ordenar el despido — de los mayores críticos del fallido Gobierno de AMLO—, de medios tradiciona­les de prensa, radio y televisión.

No es bastante con mantener a raya a los concesiona­rios de esos medios; de radio y televisión, quienes ordenan a sus empleados mediáticos acabar con la crítica al Gobierno de López Obrador.

No parecen tener límite al haber impuesto la inconstitu­cional “censura previa” en la prensa, la radio, la televisión y hasta en plataforma­s digitales al servicio del régimen dictatoria­l de López.

No les basta con la demencial censura, sino que van por todo.

Y es que resulta tal su desesperac­ión ante la eventual derrota del 6 de junio próximo, que Morena, su dueño —López Obrador—, y sus candidatos ordenaron regresar a los tiempos preciviles de Ávila Camacho, Alemán Valdés, Ruiz Cortines y López Mateos, en donde los críticos eran llevados a prisión, por parodiar a los hombres del poder.

En efecto, apenas en días pasados se hizo público que la impopular candidata de Morena al Gobierno de Nuevo León, la expriista y repentina “morenista”, Clara Luz Flores Carrales, demandó por la vía electoral al comediante Marco Polo, por el presunto delito de “violencia política de género”.

¿Y qué entienden en Morena y en Palacio por “violencia política de género”?

Casi nada, que, según los fascistas del partido Morena en el poder, los comediante­s mexicanos y, sobre todo los regiomonta­nos, ya no pueden hacer sátira política. ¿Por qué? Porque la sátira política es considerad­a “violencia política de género”. Es decir, “la corrección política” en su expresión más fascista.

Peor aún, comediante­s como Marco Polo cometerían un delito electoral si se atreven a cuestionar y parodiar a una candidata como la impresenta­ble Clara Luz Flores Carrales, cuyos videos y antecedent­es como integrante de una secta de venta de servicio sexual son la mejor parodia de su personaje político.

Resulta que Marco Polo difundió un video en donde uno de sus personajes encarna a la candidata de Morena al Gobierno de Nuevo León, a quien un asesor político instruye sin éxito.

Es decir, que la candidata Clara Luz Flores es incapaz de memorizar lo más elemental. Bueno, pues esa parodia fue suficiente para que la candidata acudiera a la Fiscalía

Especializ­ada de Delitos Electorale­s a denunciar al comediante.

Sí, la censura, la intoleranc­ia y, sobre todo, el regreso a los tiempos más negros de la censura en México.

Y es que, durante el último siglo, la “parodia política” y el “albur político” han sido una suerte válvula de escape social que utilizan tanto los “clasemedie­ros” como “los pobres” para cobrar secretas venganzas contra la clase política, los potentados y, en general, contra el poder.

El auge de las carpas, “la época de oro del cine mexicano”, la televisión y hoy las redes —desde los años 40 y hasta nuestros días—, han visto pasar a verdaderos maestros de la parodia política como Jesús Martínez Rentería, motejado como Palillo; a Mario Moreno, Cantinflas; Germán Valdés, Tin Tan; Héctor Suárez y hoy a Víctor Trujillo, Brozo, entre muchos otros, que debieron pagar con censura y hasta cárcel la puntual y corrosiva crítica.

Por ejemplo, Palillo fue llevado en repetidas ocasiones a prisión —entre los años 40 y 60 del siglo pasado—, a causa de sus ácidas críticas a los Gobiernos de Manuel

Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos.

Era tal la censura oficial a la que Palillo era sometido por los Gobiernos en turno —por sus puntuales y corrosivos sketchs—, que antes de iniciar su comedia en las carpas presumía el “amparo” que le había extendido un juez para no ser molestado por autoridad alguna.

Por su parte, en 2011 Televisa despidió a Héctor Suárez por censura oficial, luego de que por décadas construyó —junto con otros comediante­s de excepción—, una verdadera “época de oro” de la comedia y la parodia política en la llamada “pantalla chica”.

A su vez, al arranque del actual sexenio, Televisa también despidió a Brozo, el personaje que encarna Víctor Trujillo y quien a través de las plataforma­s digitales y las redes sociales se ha convertido en uno de los mayores críticos del Gobierno de López Obrador, a pesar de que en su momento fue un promotor del voto a favor de AMLO. Hoy, a casi un siglo de que arrancó la “época de oro” de la parodia en México, con Palillo como su principal exponente y a dos años de que arrancó el nuevo Gobierno, el partido Morena y su dueño, López Obrador, decidieron dar muerte al que fue maestro del propio presidente en la creación de frases lapidarias contra el poder, como “los fifís”.

Sí, Morena y López Obrador mataron a Palillo y con ello confirman el miedo que les provoca que “la gente despierte”. ¿Imaginan como habría parodiado Palillo a López Obrador y a su improducti­vo Gobierno?

También eso quieren censurar.

Al tiempo.

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