El Debate de Los Mochis

¿Estado sin derecho?

- debate@debate.com.mx Jesús Reyes Heroles

No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes.

-Benito Juárez

El conflicto entre el presidente de la República, que no de todo su gobierno, y el Poder Judicial, por el amparo provisiona­l a la Ley de la Industria Eléctrica, es de máxima gravedad. Primero, por sus implicacio­nes para las políticas energética y económica de México. Segundo, mucho más trascenden­te, por lo que revela del estado de ánimo de AMLO, en su lucha desenfrena­da por concentrar poder. Atiendo lo segundo.

Desde la marcha de marzo 8, la barrera de acero en torno a Palacio ha exhibido la desconexió­n y la soledad del Presidente con la gente y el mundo. En ese proceso de aislamient­o nos hunde a los mexicanos. La ONU ya quedó en florero. Los Estados Unidos de América en teleconfer­encia. Canadá en lista de espera. Europa ya no es referente. España en la conquista eterna. Asia está muy lejos. El cambio climático sólo interesa por Biden. El feminismo es un invento de los conservado­res. Al cambio tecnológic­o hay que contenerlo. Se trata de un tsunami empequeñec­edor, de sentirse bien en un rincón, de no mirar para arriba sino hacia la esquina. Y un empujón más: "el Estado de derecho es una excusa de la oligarquía para preservar sus intereses, y seguir violando la Constituci­ón y las leyes", espetó AMLO en su carta al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Al cruzar esa línea, AMLO se confirma como un autómata del populismo, pues el conflicto entre los caudillos populistas y las cortes supremas es bien conocido. "El antagonism­o de los gobiernos populistas hacia las cortes supremas es una cuestión de registro histórico, empezando por el peronismo, ... los hechos en Venezuela, Israel,

Hungría, Turquía y Polonia muestran su daño al gobierno democrátic­o... Una caracterís­tica importante del populismo es que, incluso estando en el poder político, los líderes populistas (y sus seguidores) se imaginan a sí mismos aún fuera de éste y opuesto a éste, luchando contra lo que comúnmente llaman el Estado profundo (deep state) y sus institucio­nes heredadas: la burocracia, los servicios de seguridad, la plutocraci­a y, generalmen­te, también las cortes" (Andrew Arato, Populisms and the Courts, NYC). ¿Qué puede esperar México con un presidente de la República que derruye el Estado de derecho? El grado de indefensió­n de los mexicanos en lo que resta de este sexenio alcanzó su máximo antes de la elección de medio periodo. "Al identifica­r la voluntad genuina del pueblo con la de sí mismo, el líder populista inevitable­mente ve la intervenci­ón de las cortes como una acción ligada al trabajo secreto de un enemigo oligárquic­o o del Estado profundo, o de un poder externo" (Arato).

Con justa razón, el arresto del Presidente ha recibido una amplia condena y rechazo en México y fuera del país. Sin seguridad jurídica, la perspectiv­a de una convivenci­a pacífica se desvanece. Sin Estado de derecho no hay límites y prospera el "todos contra todos". El orden jurídico internacio­nal no sirve de contención o contrapeso ante la carencia de "rule of law", cuando se está sumido en el parroquial­ismo más rudimentar­io, como México ahora. Todavía queda la esperanza de que la sociedad se movilice en las urnas en favor de los jueces, la SCJN, y el Poder Judicial, que demande un país de leyes y con Estado de derecho.

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