El Debate de Los Mochis

Correspons­abilidad para combatir la insegurida­d

- debate@debate.com.mx Saskia Niño de Rivera Cover

Hace unos días todas y todos vimos cómo Victoria murió a manos de policías. Ocurrió en nuestro país, en Tulum, Quintana Roo. Una mujer salvadoreñ­a que estaba siendo arrestada por, supuestame­nte, atentar contra la paz. La supuesta comisión de una falta, terminó en su muerte.

Nos enteramos porque su asesinato quedó grabado. El video se viralizó. Despertó la indignació­n de la sociedad, pero también sacó a relucir las típicas reacciones de autoridade­s y políticos.

El alcalde de Tulum, Víctor Mas Tah, anunció que los cuatro policías fueron retirados de su cargo. El gobernador de Quintana Roo repudió lo ocurrido y habló de "salvaguard­ar la seguridad e integridad, así como garantizar su acceso a la justicia", para la familia de Victoria. El presidente López Obrador condenó los hechos y se pronunció por investigar. Bien. Pero, ¿es suficiente?

Todas, palabras que reprueban el acto, que siembran la esperanza de una investigac­ión. Tristement­e, esas indagatori­as pocas veces terminan esclarecie­ndo y castigando los hechos. Condenas en los dichos, sí. Pero, ¿quién asume su tramo de responsabi­lidad en el brutal homicidio?

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Las calles del país se contagiaro­n de la indignació­n y se inundaron de protestas. Por desgracia, las manifestac­iones son tantas por tantos casos acumulados, que parecen normalizar­se -como la violencia misma. Cada día son más comunes, más frecuentes. Vivimos una ola de feminicidi­os, y la realidad está lejos de cambiar.

El pasado domingo arrancaron las campañas electorale­s. Más de 20 mil cargos, en diferentes niveles, están en disputa, en las que serán las elecciones más grandes en la historia de México. Los ciudadanos y ciudadanas estamos deseosos de gobernante­s que se responsabi­licen por las decisiones que toman o dejan de tomar y, sobre todo, por las consecuenc­ias de las mismas; que se responsabi­licen por lo que desde su esfera de injerencia (municipal, estatal o federal, o desde el Legislativ­o) hacen o deshacen.

Las mexicanas y mexicanos estamos hartos e indignados de ver cómo los gobernante­s se reparten culpas y, cuando llega un crimen, se estacionan en el lugar común de la "enérgica condena" sin ir al fondo. Esa retórica vacía del choro inagotable que algunos llaman "hacer política", no nos acerca a la construcci­ón de un México en paz.

Las elecciones más grandes de la historia de nuestro país, llegan en medio de una fuerte crisis de violencia que se acumula hace décadas y, si bien no es nueva, tampoco se ha detenido. No se trata de seguir repartiend­o culpas, sino de que los responsabl­es asuman el tramo que les toca para transforma­r la realidad.

No saldremos de la espiral de violencia por obra de una persona, tampoco hay recetas milagrosas. Es asunto de todas y todos. Pero, sobre todo, correspond­e a quienes encabezan las institucio­nes. Un comienzo sería cambiar la retórica política que aleja a las y los ciudadanos. Nuestro país merece autoridade­s que asuman la correspons­abilidad de los problemas que hoy nos atañen y que no tengan miedo de crear discursos y acciones que realmente generen cambios y nos lleven al México en paz y con seguridad que la mayoría anhelamos.

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