El Debate de Los Mochis

Del narco y Ayotzinapa, a San Lázaro

- Jorge Fernández Menéndez jorgefe@prodigy.net.mx

Creo que en pocos estados Morena tiene tanta fuerza electoral, como división interna, con tantos personajes involucrad­os en su vida política con objetivos tan disímbolos. El caso de Félix Salgado Macedonio no sólo es paradigmát­ico por las acusacione­s que se han hecho en su contra y por la descalific­ación que hizo el INE de su candidatur­a por no haber presentado su informe de gastos de precampaña, sino por el manoseo que ha tenido una designació­n en la que los golpes bajos, y el fuego amigo, han sido constantes. Si Morena es una fuerza heterogéne­a, donde confluyen corrientes políticas incluso antagónica­s, en Guerrero esas divergenci­as se llevan al límite. Como suponían que con cualquier candidato ganarían las elecciones para gobernador de junio próximo, todos querían esa posición. El principal enfrentami­ento se dio entre Salgado Macedonio y Pablo Amílcar Salazar, el superdeleg­ado en la entidad y hermano de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval.

En las encuestas siempre estuvo arriba Salgado Macedonio, pero Pablo Amílcar pensaba que por su posición y relación familiar terminaría siendo el candidato, tanto lo pensó que desde meses atrás comenzó a hacer campaña. El problema es que utilizó recursos que venían del gobierno federal para hacerlo. Eso lastimó su relación con el presidente López Obrador, al tiempo que en las encuestas internas aparecía incluso en un tercer lugar. Pero Sandoval insistió, como varios otros aspirantes, en luchar por la nominación. La diferencia fue que Sandoval, vía un controvert­ido exfiscal del estado, detonó añejas acusacione­s de abuso sexual contra Salgado, que estuvieron a punto de tumbar su candidatur­a.

La dirigencia nacional de Morena no se apartó ni un centímetro de la decisión, que había sido tomada desde Palacio Nacional, de postular a Salgado, asumiendo los costos de las acusacione­s de abusos y volvió a postular a Salgado en medio de una profunda crisis partidaria en el estado, ignorando incluso la protesta, entre muchos otros, de mujeres y grupos feministas.

Pero hace dos semanas el INE rechazo la candidatur­a de Salgado y le impidió participar, como a otros precandida­tos de Morena, entre ellos el propio Pablo Amílcar, por no haber informado de sus gastos de precampaña.

La decisión, que afectó también al candidato en Michoacán, Raúl Morón, generó cólera en Morena y en el gobierno federal, pero la verdad es que está sustenta en las normas legales, que pueden ser interpreta­das de distinta forma, que impusieron los partidos en las reformas de 2007 y 2014.

Morón, el candidato de Morena para Michoacán, decidió esperar y recurrir, como debía hacerlo, a la resolución del TEPJF, que podría revertir la decisión del INE, como lo ha hecho en muchas ocasiones. Pero Salgado tomó otra vía: presentó la impugnació­n que fue acepta ayer y se decidirá el viernes, pero al mismo tiempo comenzó plantones frente al INE y convocó a los sectores más radicales del estado, con amenazas difíciles de aceptar en una contienda democrátic­a, contra el INE, asegurando que si no es candidato el Instituto caerá y pidiendo un juicio político contra Lorenzo Córdova y Ciro Murayama por haber votado en su contra, pero olvidando que otros consejeros del INE, incluyendo los de más reciente ingreso, votaron por la sanción.

Y en ese camino llegaron a acompañar a Salgado los integrante­s de la Normal de Ayotzinapa y los grupos que giran en torno a ella. Lo sorprenden­te es que, al mismo tiempo, la tercera posición para diputado federal en la circunscri­pción en la que se inscribe Guerrero, terminó siendo nada más y nada menos que para Manuel Vázquez Arellano, un joven que dice ser sobrevivie­nte de la noche de Iguala, donde desapareci­eron los 43 estudiante­s de la normal de Ayotzinapa. Este personaje, que se presentaba también como Omar García y que en la escuela era conocido como el Jackie Chan, es parte de los grupos más radicales de la Normal.

Pero mucho más importante que eso es que su hermano era uno de los líderes del cártel de los Rojos, y él estaba considerad­o como uno de los principale­s representa­ntes de ese cártel en la Normal. La presencia aquella noche de Arellano y de otro estudiante apodado el Cochiloco, ambos señalados como integrante­s de los Rojos y cercanos a su líder El Carrete, es lo que convenció a los integrante­s de Guerreros Unidos de que la movilizaci­ón de los estudiante­s a Iguala encubría un ataque de los Rojos contra su gente en Iguala. El ataque sí se produjo esa noche, dejando tres muertos, antes de que los jóvenes (la enorme mayoría de ellos ignorantes de toda esta trama) fueran detenidos por la Policía Municipal y entregados a los sicarios de Guerreros Unidos. El Cochiloco desapareci­ó, Arellano se presentó como vocero del movimiento sin lograrlo: decía llamarse Omar García, para no ser identifica­do con su hermano. Los integrante­s de Guerreros Unidos develaron su identidad.

Toda esa informació­n es pública. Y ahora este personaje, ligado al narcotráfi­co y a los rostros más oscuros del caso Ayotzinapa, es candidato a diputado federal por Morena. Y ahí está, junto a Salgado Macedonio anunciando que derribarán al INE.

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