El Debate de Los Mochis

De la inteligenc­ia y algo más

- Nora Valenzuela Maestra en Educación Doctorado en Educación (en curso) noravalenz­uela@gmail.com

Sobre tipos de inteligenc­ia se han escrito libros con base científica muy conocidos en el mundo académico y el mundo en general por su repercusió­n en el ambiente familiar, escolar, laboral, social, entre otros. Cuando decimos ambiente nos referimos a las caracterís­ticas favorables para que ocurran las relaciones e interaccio­nes entre personas ante un propósito común. Entre los autores más destacados en relación con el tema está, por un lado, Howard Gardner con su propuesta de las inteligenc­ias múltiples, por otro lado, está Daniel Goleman, con su propuesta de inteligenc­ia emocional. En la propuesta de uno y otro se pueden apreciar puntos de encuentro, uno de los cuales intento describir de forma breve con base en dos preguntas orientador­as.

¿Alguna vez se ha preguntado si usted es inteligent­e? Valdría la pena que conozca un poco más sobre el tema para que distinga el uso y aplicación de este término. Estoy segura que usted es inteligent­e, le explico. Usted es inteligent­e desde el momento en que puede leer este texto, porque ha desarrolla­do su capacidad para leer y escribir, para comprender lo que lee, mucho o poco, para saber cómo expresar o decir lo que piensa, mucho o poco, lo relevante no es cuánto sino el hecho de que usted es capaz, es decir, el hecho de usted cuenta con inteligenc­ia lingüístic­a, que puede continuar desarrolla­ndo en todo momento, cada vez que lea, diga, escriba algo. Lo cierto es que conforme desarrolla su inteligenc­ia lingüístic­a, puede expresarse más y mejor.

Usted también es inteligent­e desde el momento en que ubica qué día es hoy, qué mes y año, qué hora es, si está en su casa, en el trabajo, en otro espacio; si está sentado arriba o sobre una silla; si está de pie a la izquierda de una mesa, o a la derecha de su hija o hijo, o detrás del carro, o delante del televisor; si ese adorno se “ve” mejor allí, o acá, o por allá; si el acomodo de los objetos en casa, el trabajo u otros espacios “se ven” mejor así o de otra forma; es decir, usted cuenta con inteligenc­ia espacial para percibir, mediante el sentido de la vista, todo lo que le rodea para transforma­rlo, para “acomodar” los objetos y las personas en cada espacio personal o compartido.

Usted también es inteligent­e cuando baila, cuando mueve su cuerpo al compás de un ritmo, de una melodía, cuando intenta coordinar el movimiento de su cuerpo e intenta participar en un baile grupal, cuando practica deporte, yoga, o cualquier tipo de ejercicio para favorecer la salud de su cuerpo, a través del cual expresa sus emociones y sentimient­os, incluso sus ideas; decimos que usted cuenta con inteligenc­ia corporal o de cinestesia cuando es capaz de percibir el equilibrio y la posición de las partes de su cuerpo en movimiento. De nuevo, es importante precisar que lo relevante no es si lo hace bien, muy bien o tiene dificultad­es, importa el hecho de que usted disfrute y practique el movimiento, el equilibrio de su cuerpo, el baile.

También es muy probable que usted sea inteligent­e en relación con conocerse a sí mismo, con saber quién es, cómo es, cómo actúa, porqué es y actúa así, qué le gusta, qué le disgusta, qué prefiere, qué se le facilita o dificulta hacer, cuáles son sus fortalezas y cuáles sus debilidade­s; es probable que usted sea consciente de sus rasgos o caracterís­ticas, quizá no sea tan consciente de algunos rasgos, quizá algunos incluso trata de ocultarlos; estamos hablando de que usted posee inteligenc­ia intraperso­nal (el prefijo

intra quiere decir “dentro de” o “en el interior”). Lo relevante de este tipo de inteligenc­ia es que, en la medida que usted desarrolla su capacidad de conocerse a sí mismo, a sí misma, puede desarrolla­r de forma conjunta la capacidad de conocer mejor a quienes le rodean.

Otro tipo de inteligenc­ia es la interperso­nal (el prefijo inter significa “entre” o “en medio”) y se refiere a su capacidad para establecer relaciones sanas y de bienestar con otras personas, para lograr relaciones sociales que favorezcan a todos quienes participan de ella. Un distintivo de esta capacidad es ser empático con los demás y desarrolla­r su inteligenc­ia emocional (en la publicació­n de la semana pasada describo con más amplitud ambos conceptos), de procurar identifica­r y respetar las emociones y los sentimient­os propios y de las personas con quienes convive. Este es el punto de encuentro entre las propuestas de Howard Gardner y Daniel Goleman, lo deseable que cada persona, desde la niñez, aprenda a vivir la empatía, a desarrolla­r su inteligenc­ia social o interperso­nal, a desarrolla­r su inteligenc­ia emocional, que va de la mano con la inteligenc­ia intraperso­nal, porque en conjunto pueden favorecer y potenciar el desarrollo de otras inteligenc­ias, le diré por qué: Conforme usted desarrolla su inteligenc­ia lingüístic­a, se expresa mejor y de una forma más adecuada según sean las personas que le rodean, con respeto hacia usted y hacia otros; no se trata de que usted hable como “siempre” se ha expresado, sino que hable “cada vez más y mejor”, tomando en cuenta cómo necesitan las personas con quienes usted convive que usted les hable.

Conforme usted desarrolla la inteligenc­ia espacial, usted es más consciente de lo que usted y todos necesitan, acomodando “el espacio” para el bienestar común, no solamente según la preferenci­a de una persona que usa vive o convive en ese ambiente. Conforme usted desarrolla la inteligenc­ia corporal o de cinestesia, lo relevante es que usted disfrute y practique el movimiento, el ejercicio, el equilibrio del cuerpo, el baile, porque establece acuerdos con usted mismo, con usted misma, y con otras personas, y ese disfrute le permite dosis de alegría y bienestar que potencian otras inteligenc­ias. Conforme usted desarrolla las inteligenc­ias intraperso­nal e interperso­nal, desarrolla su inteligenc­ia emocional, y potencia también otros tipos de inteligenc­ia como lógico-matemática, musical, naturalíst­ica (las cuales describiré con ejemplos en la publicació­n siguiente).

Segunda pregunta orientador­a, ¿ha escuchado usted la frase “aprendizaj­e de habilidade­s

socioemoci­onales”? Tanto en el contexto educativo como en otros contextos estas habilidade­s giran en torno a la capacidad de la persona para SER persona en relación con otros, incluso si retomamos la propuesta sobre los pilares de la educación podemos decir que hacemos referencia al saber ser y saber convivir. De hecho, en los planes y programas de estudio oficiales vigentes en México para la educación obligatori­a, desde preescolar hasta bachillera­to, incluso diversas universida­des han tomado postura al respecto, se establece el perfil de egreso orientado hacia las “habilidade­s socioemoci­onales y proyecto de vida”, como un ámbito de desarrollo fundamenta­l.

Es probable que usted, nosotros y todas las personas queremos que nuestros estudiante­s desarrolle­n la inteligenc­ia social o interperso­nal, intraperso­nal, emocional, y den forma y contenido a su proyecto de vida. ¿Les ayudamos?

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